El “cordobesismo” es una singular definición realizada por
José Manuel de la Sota la noche en que fue electo gobernador de Córdoba por 3ª.
Vez. Una forma de hacer pública su plataforma nacional y a la vez marcar
diferencias  con el kirchnerismo que no
presentó candidato a la gobernación lo que hubiera significado al menos 10
puntos que  habrían frustrado su llegada.
También encierra el contenido político – social – económico
y cultural de la propuesta delasotista, en el poder hace 14 años en la
provincia. Un conservadurismo de derecha clásico, una alianza con sectores de
los poderes fácticos y la cuota popular que pone el peronismo. La ecuación
traza un acuerdo con la Fundación Mediterránea, 
sindicatos, una parte de la iglesia y medios de comunicación  afines;  cadena3, Canal 12, radio Mitre Córdoba y La
Voz del Interior.  Un gasto presupuestado
de 800 millones de pesos para pauta publicitaria cierra el trato.
En su entorno dicen que está cansado, aburrido de la tarea
de gobernar Córdoba. Viajes frecuentes, cada vez más largos fuera de país.
Misiones comerciales sin resultados visibles pero que lo ayudan a poner
distancia y aparecer vía twitter por algún rincón de tanto en tanto.
La reciente crisis policial que puso a la ciudad de Córdoba
– 1.300.000 habitantes – al rojo vivo y desnudó la fragmentación social,
sacudió con fuerza la gestión  gubernamental y la colocó al borde de la
impugnación. 
 La fuerza policial
está prácticamente  autonomizada.  Cuenta con 22.000 efectivos, demasiados
claramente, que  impactan sobre el
presupuesto en sueldos que  a la vez  son de hambre para las jerarquías menores.  El narcoescándalo  tiene el efecto de un tsunami sobre la
policía que ya se llevó puestos a los jefes de Drogas Peligrosas, la jefatura y
al principal ideológo de la estructuración de la fuerza en la última década; el
ex ministro de Seguridad, ex jefe de Policía, Alejo Paredes.  Jefes cuestionados, desprestigio y sueldos
bajos un cóctel demasiado explosivo en una fuerza corporativa sin control civil
alguno.
Cuando DLS viajó rumbo a Colombia a un encuentro de
gobernadores en Cartagena de Indias (sic) la crisis estaba en plena ebullición.
 Las esposas de los policías
manifestándose reiteradamente por las calles de la ciudad era el mascarón de
proa de la sedición que se estaba incubando y que puertas adentro corría como
un camino de pólvora encendida. 
Ahora bien. El gobernador fue sorprendido por la magnitud de
los hechos o el gobierno contaba con información suficiente como para dejar que
el desborde saliera de control y actuar después de los hechos producidos?  Todo indica que el gobierno no evaluó
correctamente el alcance de la protesta y que fue corriendo detrás de los
hechos.  Hermetismo total en el manejo de
la crisis que a primeras horas del mediodía del martes 3 de diciembre, con
acuartelamiento total de efectivos armados, mostraba los primeros signos del
infierno que se viviría hasta el día siguiente 
en una  ciudad tomada por
saqueadores de toda laya y clase social en la madrugada del día miércoles 4, en
momentos que el gobernador aterrizaba en el Aeropuerto Taravella proveniente de
Panamá.
Lo demás es historia conocida. Twitter de madrugada,  puesta en escena bizarra en el Centro Cívico,
aplaudidores de microclima, discurso para incautos, claudicación total,
festejos de la fuerza extorsionadora, rendición sin condiciones del gobierno y
la instalación de una sicosis colectiva que hace ver sospechosos en cualquier
esquina. 
Se vuelve de esta situación? Díficil. Hay un contrato hecho
añicos por ahora. El estado incumplió al hacer faltar seguridad pudiendo
haberlo evitado, sino como se explica que el pliego de condiciones haya sido
aceptado en sus 14 puntos. La sociedad como va a restañar heridas profundas
resultantes de  enfrentamientos, saqueos,
1 muerto y heridos?   
La complejidad y profundidad de lo sucedido hay que
buscarlas en una fragmentación fomentada por falta de políticas integradoras,
diálogo responsable para lograr nuevas formas de ver una realidad estrechada
por discursos para la clase media desde el vértice y que se resume en un
dato  no menor como es la vigencia del
Código de Faltas que genera una especia de apartheid  porque va dirigido, así como está, a
criminalizar a jóvenes varones pobres que son detenidos cuando vienen de sus
barrios periféricos a los barrios más céntricos por su vestimenta, sus rostros
y su color de piel. Los informes dicen que 77 mil chicos fueron detenidos en el
año por aplicación del famoso código, que entre otras nimiedades le otorga al
jefe de la comisaría la potestad de juez de primera instancia para encuadrar la
falta a su antojo y disponer la pena. Resultado un par de noches preso, dedos
pintados, certificado de antecedentes limpios requeridos para un empleo
imposible de conseguir  porque figura la
contravención que en muchos casos se trata del consumo de una cerveza en una
plaza pero que es suficiente para  ser
puestos con las manos sobre el patrullero, las piernas abiertas y ser cargados,
ante la mirada aprobatoria de las señoras burguesas, rumbo al precinto.  Tanto abuso no genera resentimiento? La
humillación a la que son expuestos no genera bronca?
 Desandar este camino
para ir hacia uno diferente no es tarea de una generación gastada y totalmente
incapacitada para explorar nuevos diálogos. El tiempo fosiliza ideas, aburguesa
dirigentes, los vuelve ineptos para comprender realidades cambiantes.
 Hay ciclos que se
cierran abruptamente a partir de un desencadenante.  
 
 
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