sábado, 17 de octubre de 2015

17 DE OCTUBRE COMO REVOLUCIÓN DE SENTIMIENTOS


"Será este un día de díficil olvido", profética y absolutamente objetiva, la escritora Delfina Bunge cronicaba para el diario católico El Pueblo lo que había visto desde el balcón de su casa de la Avenida Santa Fe, pleno Barrio Norte porteño - nada menos - la jornada histórica que pasaba bajo sus pies.
El 17 de Octubre excede largamente al Peronismo, lo excede aún cuando lo reconozcamos orgullosamente como fecha fundacional. Va mas allá del contorno, se extiende por encima de sus bordes y alcanza periferias e intemperies. Algo fuera de todo cálculo sucedió ese día. Un hecho potente como para ponerlo todo patas para arriba, sacudir las estructuras del poder e interpelar a la sociedad entera. No asomó un nuevo actor sino que entró con prepotencia a la escena: El pueblo. Los marginados de todo, los desheredados de la tierra, los humillados y malqueridos tomaron las calles y la Plaza para fundar una nueva época. Cerraron el capítulo oprobioso que los había arrojado a la intemperie de las decisiones y tomaron como bandera de redención la libertad de la única voz que los representaba en sus realidades. Cuando los sublevados y las sublevadas del 17 de Octubre lo rescataron de la cárcel y le pusieron la bandera de la justicia social en sus manos, Juan Perón selló con ellos para siempre un pacto de lealtad recíproco y juntos entonaron la música más maravillosa que se haya oído por estas tierras. Esa música fue forjada con palabras bellas y profundas, independencia económica, justicia social, soberanía política, compañeros, niños, mujeres, trabajadores y ancianos, comunidad organizada para la felicidad del pueblo en una Nación realizada, y el amor - porque fueron capaces de construir sentimientos en el páramo de la política y no tuvieron prejuicios para hablar de amor.
. Es el Día de la Lealtad, Compañerxs y lo celebremos porque 70 años no son un soplo de vida, es todo un recorrido. Vivan Perón y los descamisados y las descamisadas del 17 de Octubre de 1945, que descansaron sus pies cansados en la fuente de la Plaza como un acto irreverente y desprejuiciado para anunciar a propios y extraños que venían en nombre de una nueva época. Salud!

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