sábado, 11 de abril de 2015

ALFREDO LEUCO; LA MEDIOCRE CARTA DE UN INSIGNIFICANTE

La carta enviada por Alfredo Leuco al Papa Francisco puede formar parte de los archivos desclasificados de la historia para que las generaciones futuras tomen conciencia de hasta donde el rastrerismo político puede llegar, sin vergüenza alguna, al podio más alto del ridículo.
 No solo es un texto básico, plagado de frases hechas y lugares comunes, que recoge al pasar los mensajes de sus oyentes y de las operetas clásicas de twitters truchos y etcs. Para posicionarse como un portavoz de lo que supone,  delirantemente,  representativos de la mayoría. La burbuja en la vive un mercenario como Leuco, ejercitador pleno del nepotismo que sobrevuela la clase de periodismo que sí verdaderamente representa y cuya matriz defiende está construida sobre la base de la realidad virtual que ha sido perforada hace mucho tiempo. Uno de los aciertos del Kirchnerismo ha sido el de dar vuelta la trama y poner en cuestión el modelo de un autollamado pomposamente “cuarto poder” , del que era tributario un grupo de comunicadores que monopolizaban por derecha y por izquierda la mediatización de los hechos. El neoliberalismo resultaba un lugar cómodo desde donde hacer planteos light, los servicios además resultaban una fuente inagotable de info y operaciones rentables para ambos lados del mostrador. Los jefes entretenidos con el manejo de los resortes de la economía podían dejar que por abajo los ratones hicieran de las suyas, al fin y al cabo cada artículo era una moneda negociable.
Ese paradigma no existe hace rato, quedan estertores de una agonía lenta. La reconversión de las formas y estilos van acompañadas por el desarrollo de tecnologías que hacen que la información no sólo vuele sino que permiten la posibilidad de re-lecturas e interpretaciones. Estar al descubierto y no darse cuenta es de estúpidos.
La impostura servía en otros tiempos, se podía ser un impostor y pasar inadvertido. Se podía fingir porque los archivos archivaban y ya no, se reciclan y aparecen como fantasmas de otras vidas, espejos sobre los que da horror mirarse. Les pasó a los integrantes de la cohorte de periodistas, comunicadores en realidad, que se autoconstruyeron como una especie de vacas sagradas, creyendo que el nuevo barniz tapaba el anterior plagado de complicidades con la dictadura. Magdalena Ruiz Guiñazú, Joaquín Morales Solá, Alicia Fernández Barrios, Eduardo Van der Kooy y varios dinosaurios que no alcanzaron el nivel de estrellato de ellos pero que en provincias y comunidades pequeñas no solo oficiaron de portavoces sino que actuaron como decididos escoltas del proceso y su orden predestinado a rescatar el ser nacional.
Por esos tiempos, Leuco se reconoce como un escolta obligado del represor Luciano Benajamín Menendez. Hacía la colimba en plena dictadura y dice él, ocasionalmente actuó obligadamente como guardia del genocida.
Volviendo al texto de su misiva; atrevidamente ridícula, más que por destinatario a Bergoglio, que sí sabe quién es Leuco, aunque este actúe desde un lugar de anónimo común e intérprete de ese colectivo, es para su verdadero mandante; para que tome nota de hasta donde es capaz de ir al sacrificio y que haber corrido a Zoloto y Tenembaum fue un verdadero acierto.
Lo demás no existe. Tuvo al menos la auto-conmiseración de señalarse como un insignificante para obviar una lectura de mayor dimensión.
América Latina significa el último refugio de la fe católica y sus estructuras, la sangre nueva que imperiosamente necesita transfundir la iglesia no está en Europa. América Latina está gobernada en sintonía  por líderes que le reconocen a CFK cierta plenipotencia, para mal de Leuco y sus mandantes y la piara de ciertos personajes que siguen convencidos que el ejercicio del periodismo es hacer negocios, como Luis Majul por ejemplo - no contratado sino subsidiado por el gobierno socialista-radical santafesino en sus emprendimientos de cartelería vacua.

Un insignificante, un rastrero y un mediocre.

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