La carta enviada por Alfredo
Leuco al Papa Francisco puede formar parte de los archivos desclasificados de
la historia para que las generaciones futuras tomen conciencia de hasta donde
el rastrerismo político puede llegar, sin vergüenza alguna, al podio más alto
del ridículo.
No solo es un texto básico, plagado de frases
hechas y lugares comunes, que recoge al pasar los mensajes de sus oyentes y de
las operetas clásicas de twitters truchos y etcs. Para posicionarse como un
portavoz de lo que supone, delirantemente,
representativos de la mayoría. La
burbuja en la vive un mercenario como Leuco, ejercitador pleno del nepotismo
que sobrevuela la clase de periodismo que sí verdaderamente representa y cuya
matriz defiende está construida sobre la base de la realidad virtual que ha
sido perforada hace mucho tiempo. Uno de los aciertos del Kirchnerismo ha sido
el de dar vuelta la trama y poner en cuestión el modelo de un autollamado pomposamente
“cuarto poder” , del que era tributario un grupo de comunicadores que
monopolizaban por derecha y por izquierda la mediatización de los hechos. El
neoliberalismo resultaba un lugar cómodo desde donde hacer planteos light, los
servicios además resultaban una fuente inagotable de info y operaciones
rentables para ambos lados del mostrador. Los jefes entretenidos con el manejo
de los resortes de la economía podían dejar que por abajo los ratones hicieran
de las suyas, al fin y al cabo cada artículo era una moneda negociable.
Ese paradigma no existe hace
rato, quedan estertores de una agonía lenta. La reconversión de las formas y
estilos van acompañadas por el desarrollo de tecnologías que hacen que la
información no sólo vuele sino que permiten la posibilidad de re-lecturas e
interpretaciones. Estar al descubierto y no darse cuenta es de estúpidos.
La impostura servía en otros
tiempos, se podía ser un impostor y pasar inadvertido. Se podía fingir porque
los archivos archivaban y ya no, se reciclan y aparecen como fantasmas de otras
vidas, espejos sobre los que da horror mirarse. Les pasó a los integrantes de
la cohorte de periodistas, comunicadores en realidad, que se autoconstruyeron
como una especie de vacas sagradas, creyendo que el nuevo barniz tapaba el
anterior plagado de complicidades con la dictadura. Magdalena Ruiz Guiñazú,
Joaquín Morales Solá, Alicia Fernández Barrios, Eduardo Van der Kooy y varios
dinosaurios que no alcanzaron el nivel de estrellato de ellos pero que en
provincias y comunidades pequeñas no solo oficiaron de portavoces sino que
actuaron como decididos escoltas del proceso y su orden predestinado a rescatar
el ser nacional.
Por esos tiempos, Leuco se
reconoce como un escolta obligado del represor Luciano Benajamín Menendez.
Hacía la colimba en plena dictadura y dice él, ocasionalmente actuó
obligadamente como guardia del genocida.
Volviendo al texto de su misiva;
atrevidamente ridícula, más que por destinatario a Bergoglio, que sí sabe quién
es Leuco, aunque este actúe desde un lugar de anónimo común e intérprete de ese
colectivo, es para su verdadero mandante; para que tome nota de hasta donde es
capaz de ir al sacrificio y que haber corrido a Zoloto y Tenembaum fue un
verdadero acierto.
Lo demás no existe. Tuvo al menos
la auto-conmiseración de señalarse como un insignificante para obviar una
lectura de mayor dimensión.
América Latina significa el
último refugio de la fe católica y sus estructuras, la sangre nueva que
imperiosamente necesita transfundir la iglesia no está en Europa. América
Latina está gobernada en sintonía por
líderes que le reconocen a CFK cierta plenipotencia, para mal de Leuco y sus
mandantes y la piara de ciertos personajes que siguen convencidos que el
ejercicio del periodismo es hacer negocios, como Luis Majul por ejemplo - no
contratado sino subsidiado por el gobierno socialista-radical santafesino en
sus emprendimientos de cartelería vacua.
Un insignificante, un rastrero y
un mediocre.
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