La Triple Alianza, así llama La
Voz del Interior – el subsi-diario del Grupo Clarín en Córdoba, al acuerdo
entre radicales, PRO y juecismo que pretende disputar la gobernación en la
provincia, en las elecciones del 5 de Julio.
Nadie apuesta a un buen final del
experimento que tuvo al otrora emergente de la antipolítica del 2001 como
principal estandarte; Luis Juez. Elegido por el 65% para la intendencia de
Córdoba en 2003 y convertido en el instrumento de cambio de la ciudadanía se
trata del caso más curioso de dilapidación del capital político acumulado, sus
candidatos en las últimas legislativas de 2013 sacaron el mísero 3%. El hoy senador nacional, que hace tiempo
arrió las banderas que alguna vez levantó con ímpetu en Córdoba, viene de
sufrir el peor ninguneo imaginable. Nada menos que Mauricio Macri le bajó el precio y le dio el premio consuelo
de buscar su re-elección, ungiendo a su preferido el desgastado Oscar Aguad, un
exponente del radicalismo conservador y oligarca de Córdoba, el hombre salvado
por la Corte Suprema de Justicia por prescripción del robo de $60 millones de dólares
de las arcas correntinas, durante su paso como interventor municipal.
Cuál Perón en miniatura, Macri
citó a sus socios cordobeses al coqueto nuevo edificio del Gobierno de la
Ciudad y viendo el partido del PSG y el Barcelona en el gigantesco plasma del
despacho, despachó a Juez encuestas en mano y liquidó las aspiraciones de su
socio menor. Juez iba con las suyas y blandiendo su condición de primer
oferente a la candidatura de Macri en Córdoba pero no alcanzó y pudieron más
las afinidades con Aguad que el molesto e imprevisible senador, que cual
Patricia Bullrrich paseó por todos los partidos de izquierda a derecha sin
escalas.
Ramón Mestre, el peor intendente
de los últimos 32 años, volvió con el consuelo de buscar su improbable
reelección, tomó cicuta pero al menos logró neutralizar la candidatura de Juez.
Viene ahora la parte en que puede
estallar la Triple Alianza; el reparto de las candidaturas en las listas
legislativas. Estiman entre 16 a 18 bancas que deberían repartirse entre la UCR
y a su vez entre mestristas y aguadistas, más algún dinosaurio angelocista, el
PRO que tiene la franquicia y la llave que suma y el juecismo. El bloque
juecista actual tiene 11 legisladores y nada hace suponer que conservaría al
menos esa cantidad. Por lo pronto los intendentes radicales salieron en masa a
despegar las elecciones locales de las provinciales; ellos pretendían a Mestre
como candidato y le restan chances al binomio Aguad – Baldassi.
El escenario está servido. Unión
por Córdoba se refriega las manos, nada pudo haber salido mejor. Un candidato
poco taquillero como Aguad arranca con una Alianza maltrecha y sin seguridades
de buen final por cuanto puede implosionar antes de tiempo es pan comido.
Pero asoma un panorama
desconocido, las chances de Eduardo Accastello, el intendente de Villa María
que corre con el frente Córdoba Podemos que incluye al FPV y que aguarda ser
tributario del descontento de un gran sector de la ciudadanía cordobesa harta
del bipartidismo asfixiante. Si logra articular la propuesta de cambio junto a
la renovación peronista puede ser la manifestación de un cambio de época que se
olfatea en las calles y los barrios. La clave está en seducir al electorado de
la Gran Ciudad que concentra el 45% y expandir al Gran Córdoba que siempre vota
en sintonía.
Las listas de Unión por Córdoba
han dejado el descontento en la militancia que una vez más ha visto como la
nomenclatura que envejece sigue detentando los lugares de privilegio; obturado
el debate y las elecciones internas el acuerdo entre De la Sota y Schiaretti es
la película repetida de los 16 años de gobierno; así las cosas la válvula de
escape puede ser otro peronista como recambio y pase de facturas, ahí las
chances de Accastello, reconocido como un peronista histórico, crecen frente a
una estructura que sigue actuando como un bunker inexpugnable a cualquier
intento de debate interno.
Schiaretti llegó a la candidatura
exhausto, debió dejar en el camino las aspiraciones de su esposa, Alejandra Vigo
que pretendía ser candidata a legisladora uninominal por el departamento
Capital y ceder al delasotismo los 8 primeros lugares de 12 en la listas de
legisladores provinciales y a la vez dejar que el delasotismo coloque a la
mayoría de los candidatos uninominales en los 26 departamentos. Con poco
oxígeno y haciendo malabares para sostener la candidatura del postulante a la
vicegobernación Martín Llaryora , Schiaretti llega a la cuenta regresiva de
final abierto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario