La única realidad es una
operación política-mediática y judicial contra el Gobierno montada a partir de
la endeble denuncia del fiscal especial para la Causa AMIA, Alberto Nisman.
Hace 20 años y 5 meses el país se
estremeció con la voladura de la sede de la Mutual Judía en pleno barrio Once
de la Capital. El contexto siempre estuvo ligado a la política exterior de esos
años de las relaciones carnales y a los remezones de una guerra global que
partió desde el Oriente Medio hacia distintos lugares del planeta. En el país
la comunidad tiene una presencia fuerte, es decir que la señal pudo haber ido
en varios sentidos.
Lo concreto es que hace 20 años y
medio y lo único que está claro es que desde el inicio la investigación del atentado que costó 85 víctimas
estuvo contaminada. Los propios rabinos ortodoxos buscando cadáveres bajos los
escombros y periodistas manoseadas contribuían al morbo de mostrar imágenes que
en ningún lugar del mundo se hace ante una situación igual.
Ni conexión local resuelta ni
pistas firmes ni voluntad política de resolver la tremenda llaga sobre la
institucionalidad, la historia y la propia comunidad argentina y expedientes
sobre los cuales siempre los servicios estuvieron manipulando jugando sus propios juegos y conveniencias del
Mossad o de la Cía o de quien resultara el mejor postor.
Sobre esta lápida cabalgaba
Nisman durante 10 años, 10 años y todo sigue igual; que lo digan sino los familiares
de las víctimas.
El Memorandum con Irán, con el
que se puede estar o no de acuerdo, fue en el sentido de tratar de dar un
impulso a la adormecida causa, costosísima en recursos humanos y materiales por
otro lado e indigente en resultados.
Nisman fue un opositor al acuerdo, eso es cierto pero que opción ofrecía el
fiscal o solo el dedo acusador sobre el Estado Iraní? Una admonición que sirve
al manipulador del ajedrez mundial pero
para la cuestión interna no sirve para nada. La Argentina necesita saber quiénes fueron no
una acusación simbólica. Nada pudo haberse ejecutado sin complicidades locales,
es un absurdo creerlo y en este nudo central no se hizo nada. Ningún sospechoso
argentino de haber participado
activamente siendo parte de la conspiración ha sido descubierto y juzgado. Un
vendedor de trafic usadas, bordeline con los desarmaderos, hijo de uno de los
principales represores del grupo de tareas comandado por Luciano Benjamín Menéndez, quedó como el más
expuesto. ¿Eso es todo? ¿Nada más?
De repente el fiscal, un
obediente mandadero de la embajada de la USA como lo reporta WikiLeaks, se despacha con una denuncia
que llega hasta la propia cabeza del Poder Ejecutivo, acusando de la puesta en
marcha de un pacto criminal con el objetivo de desarticular una de las pistas
de la Causa Amia, la iraní. El núcleo es intercambio de energía por granos,
caídas de circulares rojas para los acusados pertenecientes al régimen
teocrático de Irán. Ninguno de los aspectos señalados por Nisman tiene
correlato con la realidad. Su teoría de que una líder inescrupulosa negocia impunidad
a cambio de petróleo era el principal argumento de la embestida opositora
comandada por el Grupo Clarín que oficia de portavoz de las corporaciones en
una alianza con opositores, grupos de ultraderecha, sectores del poder judicial
y el esquema de los servicios desplazados en Noviembre cuya cabeza visible es “Jaime”
Stiuso. Otro tema será dilucidar uno de los errores frecuentes del kirchnerismo
de dar poder a personajes que después pasan al bando opositor más cerrado;
Alberto Fernández, Ocaña, Massa, Lousteau,
Pérez Redrado y siguen las firmas.
La denuncia se cae antes de explotar en el escenario digitado por la
alianza opositora con Clarín a la cabeza; el Congreso Nacional como lo pergeñó una
de las peores lacras parasitarias de la
política argentina: Patricia Bullrrich.
El día D era el lunes 19, la hora
H 16, lugar Congreso. El actor de reparto nunca llegó porque apareció muerto en
su lujoso departamento en la exclusiva Torre Le Parc de Puerto Madero.
La jauría dijo: “El tipo va a declarar y se mata antes de hacerlo, vamos
chicos”. El guion estaba armado en la tapa. Vamos con las cacerolas y bajamos
el telón con mártir incluido. Y Stiuso?
¿Qué sucedió que algo no les cerró del todo? ¿Qué hilo del piolín se
escapó? ¿el gobierno tuvo acceso a la endeblez de la denuncia? ¿El mandadero
encargado de llevar el arma? ¿Una fiscal que hasta el momento ha dado muestras
de atenerse a la ley? ¿El horario
elegido para morir o ser muerto o inducido a morir? ¿Se encontró traicionado
por sus mandantes, Nisman? En las columnas del domingo se deja entrever que
Nisman pasaría un mal momento con el inesperado giro de no dejarle a la
oposición el escenario en soledad y que el gobierno iba a defenderse legítimamente
de las acusaciones endebles, es más se había cantado retruco haciendo pública
la audiencia, algo que a la lacra Bullrrich la desencajó y sacó de eje muy
evidentemente.
Esta es la conspiración de mayor calibre que se haya dado en 31 años de
vigencia del Estado de Derecho. El Comando Golpista está desorientado porque
algo falló en el guion. El Gobierno tiene la oportunidad de demostrar que puede
manejar una crisis de características excepcionales, en como lo haga podrá
potenciar su rol de ordenador ante el intento solapado de quiebre que propugna
la banda mafiosa que está enfrente y de esa manera mantener la iniciativa. Que
Stiuso sea expuesto sin ropaje puede ser un comienzo alentador para oxigenar un
ambiente nauseabundo creado a partir de la denuncia de Nisman y su posterior
desceso.
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