ACTO FALLIDO

A estas alturas de los acontecimientos solo habría que preguntarse: ¿hasta dónde pensaban llegar? Al caos sin medir consecuencias, habían encontrado la fórmula para hacer volar por los aires toda la institucionalidad democrática con  el objetivo excluyente de retomar el control total. Diseñaron una hoja de ruta en función de la denuncia del ex fiscal Alberto Nisman para la cual construyeron el andamiaje mediático y el despliegue de los alfiles y peones en el tablero. Con Laura Alonso y Patricia Bullrrich como responsables de trasladar a la opinión pública en forma secuencial los pasos institucionales de elevar al máximo posible la temperatura política en el Congreso, utilizando la presidencia de la Comisión de Asuntos Penales, la hendija por dónde meter el caso en el parlamento; Alonso como una eficiente comunicadora face to face con el fiscal, siguiendo incluso el periplo por el exterior del mismo. Los servicios pertenecientes al desplazado Antonio “Jaime” Stiuiso a cargo del armado del texto a presentar y los aditamentos correspondientes, las escuchas como pruebas del acto criminal que se presentaría en una traición siniestra cuyo propósito sería exculpar a los iraníes señalados en la denominada “pista iraní”; de paso intoxicar de tal forma la causa AMIA  para que no quedasen vestigios de los pasos de jueces, fiscales, testigos falsos y de  los servicios por los manoseados expedientes y voltear el inminente juicio por encubrimiento.

 21 años después sin conexión local, sin pistas sirias ni iraníes la Causa AMIA es la sombra trágica que sobrevuela sobre el Poder Judicial, principalmente.

De tener éxito la operación varios resultarían exculpados por el escándalo político desatado y demasiados ganadores para la operación de mayor envergadura pergeñada a alta escala. Un gobierno al que se le retiraría todo el oxígeno posible, el fortalecimiento del núcleo durísimo del oposicionismo,  los servicios exculpados de la falta de respuestas durante 2 décadas y de paso la venganza de los dueños del espionaje en la Argentina con  retorno garantizado, la derecha posicionando una batalla política ganada por KO o abandono, la fila ordenada de los presidenciables auspiciados por el titiritero que puso a todo su ejército de mercenarios al servicio de golpe; escribas, cronistas, movileros y conductores de programas compitiendo en patetismo y aullidos tras hipótesis que demostraban certeramente que Nisman les era más útil muerto que vivo. Un mártir para la primavera tórrida como bandera de la toma de la Bastilla. Mensajes, mails y whatsapps para la heroica jornada sobre un cuerpo aún tibio saliendo por los torrentes del comando destituyente. Elemental Watson; el arma fue provista ( ¿sólo provista?) por  la persona de mayor confianza del fiscal hallado muerto en el baño del exclusivo complejo Le Parc de Puerto Madero. Además, indubitablemente,  Lagomarsino no era de La Cámpora. Es difícil recular en ojotas, como último recurso utilizar a un ex soldado del ejército de ocupación israelí que hacía las veces de cronista en el diario de idioma inglés como exiliado sin causa fue demasiado poco para una operación difícil de sostener y encima sin poder vertebrar un discurso coherente y lógico. En el colmo Bullrrich, siempre tan zoquete, abre su tremenda jeta para decir que ella estaba al tanto de que el ex fiscal se veía traicionado por sus propios proveedores de data envenenada.

El cierre, como no podía ser de otro modo, le correspondió a la figura central de la política argentina. Cuando Angeloz, hace 22 años,  salió a enfrentar las cámaras para responderle al juez sobre el crimen de Regino Maders, temblaba. CFK trasmitió la seguridad de la estadista que terminó con la conjura, de paso alumbró una nueva vertiente, inquietante por cierto, el hermano de Diego Lagomarsino tiene relación con el estudio legal del Grupo.

La respuesta política exacta;  desmantelamiento del último reservorio de la podredumbre urdida por el proceso, los servicios de inteligencia y crear un organismo que le sirva al país y no una madriguera de  extorsionadores. Del laberinto se sale con enormes convicciones y con visión de estadista. Así fue.