Luis Juez en su andar de anguila,
rastrero y por el barro como es su estilo, tuvo sus segundos de gloria cuando
pudo erigirse en una alternativa al bipartidismo de Córdoba. Su desastroso paso
por la indomable municipalidad cordobesa, donde todos los intendentes de los
últimos 30 años se han visto obligados a co-gobernar con el Sindicato de Empleados
Municipoales, el poderoso, SUOEM,
conducido desde, también, hace 30 años por Rubén Daniele, en verdad los
verdaderos mandamases en el Palacio 6 de Julio, una horrenda estructura que se
recorta entre La Cañada y Caseros. El fracaso de Juez en su paso – entre 2003 y
2007 - por la intendencia le restó créditos futuros y hoy lidera un espacio personalista al
extremo, desarticulado y sin presencia
territorial ; 12 legisladores provinciales, los puestos por minoría en órganos
de control, 2 concejales capitalinos, entre ellos sus hermano mellizo, un par
de intendentes sueltos y nada más.
Entre el descrédito del radicalismo que venía
de soportar la gobernación de ajuste a hachazo limpio de Mestre, con cierre de
hospitales, escuelas y quitas del 30% en sueldos y jubilaciones, el anterior zafarrancho angelocista, sumada a
la experiencia frustrante de la Alianza y los hechos de corrupción denunciados
en el gobierno delasotista, Luis Juez como titular de la oficina anticorrupción
fue un claro emergente del “que se vayan todos”.
Había sido diputado provincial
del PJ, de la mano de Juan Schiaretti, entonces mano derecha de Domingo Cavallo
y de esa rosca pasó a ser director estatal en Papel Prensa, obviamente
conformando a los apropiadores de la empresa y convalidando cada decisión de
Magnetto. La devolución de favores vino con La Voz del Interior que sponsoreó
su campaña a la intendencia y a la gobernación en 2007. Una de sus únicas obras
fue instalar una estatua de Jerónimo Luis de Cabrera leyendo La Voz, en plena
peatonal Ayacucho.
Se acercó al kirchnerismo en el
armado de Alberto Fernández y su propuesta de intendentes exitosos y progres.
En eso andaba cuando surgió la candidatura a gobernador, sobre los restos del
radicalismo – a esas alturas una osamenta extendida por todos los pueblos pero
quebrado en su vocación de mayoría – y sumando a un conglomerado de expresiones en
una coalición en la que convivían comunistas, socialistas, peronistas kirchneristas, peronistas
excluidos del delasotismo y también sectores de la derecha más rancia. En la
puja, Juez quedó a 1,5% de Schiaretti que era el candidato del PJ-Unión por
Córdoba. Los 17.000 votos que hicieron la diferencia mínima resultó impugnante
para el gobierno electo y corrió la sospecha de fraude. Alberto Fernández
desalentó la idea de ir por más en el derrotero juecista de la impugnación
total y llamar a nuevas elecciones. El mal menor fue convalidar la resolución
del conflicto como lo decidió la Justicia Electoral, el conteo de algunas urnas
y cerrar en la diferencia del 1,5% a favor de Schiaretti.
Juez se aleja del kirchnerismo y
se sube a los tractores durante la 125; el giro de 180° lo deja a la derecha de
Elisa Carrió quien pasa a ser su referente nacional. Otras idas y vueltas lo
dejan al lado de Pino Solanas, en los tiempos en que el anciano cineasta les
pedía a los porteños plantar un pino en el Congreso y él llega a ser elegido
Senador Nacional por Córdoba.
En otra voltereta política se
presenta como candidato a gobernador por el Frente Amplio en 2011, ahora de la
mano de Binner, cae derrotado ampliamente por De la Sota, 42% a 29%, son los
números.
En las elecciones legislativas de
2013, su fuerza el Frente Cívico tocó
fondo; 1% . El “Pollo” Martínez, su delfín quedó en la marginalidad de la
política cordobesa.
Ahora se ha convertido en el
principal promotor del PRO en Córdoba, pretende ser el candidato de la
confluencia UCR-Pro, para ello se ha ocupado de hecharle nafta a la hoguera que
consume la gestión municipal de Ramón Mestre (h). “Ramoncito” se ha encargado
de hacer trizas las ilusiones del radicalismo cordobés de hegemonizar un
proyecto alternativo a los 16 años de pejotismo. Una gestión pobrísima y atravesada por hechos
graves de corrupción han hecho de Mestre un nuevo fracaso radical en el
gobierno.
Licuado el capital político de su
fuerza política, ya sin estructuras fuertes, apelando a su condiciones
histriónicas y al mediatismo como soporte de sus ambiciones, después de haber
arriado y bajado cuanta bandera arrebató a su paso, un claro portador de la
lógica del final de las ideologías, un impostor desmedido al que cualquier
colectivo lo deja bien, sin ninguna ética
y con convicciones que sin ningún cargo de conciencia puede dejar en la
puerta de ingreso, esta grotesca
imitación de Groucho Marx puede ser la llave macrista para poner al radicalismo
cordobés, alicaído y exhausto, bajo presión para que su ala derecha, fogoneada por el facista Oscar Aguad, se imponga
y alumbre el acuerdo amarillo. Binner, Sanz, Cobos, bien gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario