sábado, 22 de noviembre de 2014

LUIS JUEZ; CHAU BINNER, HOLA MACRI



Luis Juez en su andar de anguila, rastrero y por el barro como es su estilo, tuvo sus segundos de gloria cuando pudo erigirse en una alternativa al bipartidismo de Córdoba. Su desastroso paso por la indomable municipalidad cordobesa, donde todos los intendentes de los últimos 30 años se han visto obligados a co-gobernar con el Sindicato de Empleados Municipoales, el poderoso,  SUOEM, conducido desde, también, hace 30 años por Rubén Daniele, en verdad los verdaderos mandamases en el Palacio 6 de Julio, una horrenda estructura que se recorta entre La Cañada y Caseros. El fracaso de Juez en su paso – entre 2003 y 2007 - por la intendencia le restó créditos futuros  y hoy lidera un espacio personalista al extremo,  desarticulado y sin presencia territorial ; 12 legisladores provinciales, los puestos por minoría en órganos de control, 2 concejales capitalinos, entre ellos sus hermano mellizo, un par de intendentes sueltos y nada más.
 Entre el descrédito del radicalismo que venía de soportar la gobernación de ajuste a hachazo limpio de Mestre, con cierre de hospitales, escuelas y quitas del 30% en sueldos y jubilaciones,  el anterior zafarrancho angelocista, sumada a la experiencia frustrante de la Alianza y los hechos de corrupción denunciados en el gobierno delasotista, Luis Juez como titular de la oficina anticorrupción fue un claro emergente del “que se vayan todos”.
Había sido diputado provincial del PJ, de la mano de Juan Schiaretti, entonces mano derecha de Domingo Cavallo y de esa rosca pasó a ser director estatal en Papel Prensa, obviamente conformando a los apropiadores de la empresa y convalidando cada decisión de Magnetto. La devolución de favores vino con La Voz del Interior que sponsoreó su campaña a la intendencia y a la gobernación en 2007. Una de sus únicas obras fue instalar una estatua de Jerónimo Luis de Cabrera leyendo La Voz, en plena peatonal Ayacucho.
Se acercó al kirchnerismo en el armado de Alberto Fernández y su propuesta de intendentes exitosos y progres. En eso andaba cuando surgió la candidatura a gobernador, sobre los restos del radicalismo – a esas alturas una osamenta extendida por todos los pueblos pero quebrado en su vocación de mayoría – y  sumando a un conglomerado de expresiones en una coalición en la que convivían comunistas, socialistas,  peronistas kirchneristas, peronistas excluidos del delasotismo y también sectores de la derecha más rancia. En la puja, Juez quedó a 1,5% de Schiaretti que era el candidato del PJ-Unión por Córdoba. Los 17.000 votos que hicieron la diferencia mínima resultó impugnante para el gobierno electo y corrió la sospecha de fraude. Alberto Fernández desalentó la idea de ir por más en el derrotero juecista de la impugnación total y llamar a nuevas elecciones. El mal menor fue convalidar la resolución del conflicto como lo decidió la Justicia Electoral, el conteo de algunas urnas y cerrar en la diferencia del 1,5% a favor de Schiaretti.
Juez se aleja del kirchnerismo y se sube a los tractores durante la 125; el giro de 180° lo deja a la derecha de Elisa Carrió quien pasa a ser su referente nacional. Otras idas y vueltas lo dejan al lado de Pino Solanas, en los tiempos en que el anciano cineasta les pedía a los porteños plantar un pino en el Congreso y él llega a ser elegido Senador Nacional por Córdoba.
En otra voltereta política se presenta como candidato a gobernador por el Frente Amplio en 2011, ahora de la mano de Binner, cae derrotado ampliamente por De la Sota, 42% a 29%, son los números.
En las elecciones legislativas de 2013,  su fuerza el Frente Cívico tocó fondo; 1% . El “Pollo” Martínez, su delfín quedó en la marginalidad de la política cordobesa.
Ahora se ha convertido en el principal promotor del PRO en Córdoba, pretende ser el candidato de la confluencia UCR-Pro, para ello se ha ocupado de hecharle nafta a la hoguera que consume la gestión municipal de Ramón Mestre (h). “Ramoncito” se ha encargado de hacer trizas las ilusiones del radicalismo cordobés de hegemonizar un proyecto alternativo a los 16 años de pejotismo.  Una gestión pobrísima y atravesada por hechos graves de corrupción han hecho de Mestre un nuevo fracaso radical en el gobierno.
Licuado el capital político de su fuerza política, ya sin estructuras fuertes, apelando a su condiciones histriónicas y al mediatismo como soporte de sus ambiciones, después de haber arriado y bajado cuanta bandera arrebató a su paso, un claro portador de la lógica del final de las ideologías, un impostor desmedido al que cualquier colectivo lo deja bien, sin ninguna ética  y con convicciones que sin ningún cargo de conciencia puede dejar en la puerta  de ingreso, esta grotesca imitación de Groucho Marx puede ser la llave macrista para poner al radicalismo cordobés, alicaído y exhausto, bajo presión para que su ala derecha, fogoneada por el facista Oscar Aguad, se imponga y alumbre el acuerdo amarillo. Binner, Sanz, Cobos, bien gracias.

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