Mientras la pronunciación de su
nombre siga siendo una provocación, Perón no necesitará del bronce. Es una
bandera que flamea desde las orillas al que pretendieron condenarlo y lo único
que lograron es hacerlo más fuerte en la memoria colectiva. Rara avis el General
plebeyo que interpretó las aspiraciones de los desheredados de la tierra y que
éstos, en una intuición colectiva visualizaron como la única esperanza para
transformar un presente miserable en una oportunidad de mejor vida. Les habló
como un igual, los llamó compañeros, se comunicó con ellos a través de una
pedagogía comprensible y directa, les levantó la autoestima hablándoles de
clase, de pueblo, de descamisados, de obreros, de trabajadores, sacó palabras desconocidas
para ellos y las desparramó como un nuevo compendio para entenderse mutuamente,
dijo derechos, necesidades, conquistas, Nación, felicidad, grandeza y enarboló
una síntesis perfecta que cobijó una abanico de mayorías: Justicia Social,
Independencia Económica y Soberanía Política y así acorraló a los personeros
del viejo régimen y sus continuistas. Los dejó sin habla en un juego dialéctico
propio de un esgrimista eximio. Pero lo real es que llevó adelante cambios impensados,
utopías para los humillados por un sistema injusto y la vida cotidiana de
millones comenzó a transitar por un rumbo nuevo.
Que es Perón para el inconsciente
colectivo? Un cristal desde donde mirar la realidad. Lo que es más justo y lo
que no, en alguna medida; para los que nos sentimos parte de esa formidable
construcción política que se llama peronismo y que sembró como semillas en cada
rincón de la Argentina a fuerza de cambios y sentimientos. Despertó pasiones
como nadie y en esa destreza se paró como ninguno antes ni después. Encendió
llamas vivas en muchos y contagió ideas de que es posible aún en la más adversa
de las condiciones lograr conciencias.
Le habló al hombre, le dijo que
solamente uno es artífice de su propio destino y que en su propio ser están las
reservas morales para actuar por el bien.
Ese trazo evangelizador llegó lejos.
Lo sobrevivió largamente; a él un militar que supo ver más allá de la estrechez
de los cuarteles y ellos, los millones de seres anónimos que lo abrazaron como
el reparador de tantos males, transmitieron a sus hijos y a sus nietos la
historia de un líder que fue continente de sus esperanzas y construyeron una
tradición forjada en las ideas y el cariño.
Podría ser esto un relato plagado
de lugares comunes pero no sería para nada fiel a esa tradición nacida en una
casa en la que había un retrato de alguien que no formaba parte de la extensa
familia que crearon dos tanos que hablaban el español atravesados pero que
pronunciaban con perfecta dicción al amado General.
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