martes, 29 de abril de 2014

MATEN AL MENSAJERO, HA DICHO RAMÓN MESTRE DESDE EL SUELO

La tromba que se llevó puesto al Gobierno Municipal de la Ciudad de Córdoba pareciera que ha horadado por demás a la gestión de Ramón Mestre y el control de daños es insuficiente para detener la sangría de credibilidad de la intendencia colocada en situación de debilidad extrema.
Después del programa periodístico ADN del miércoles anterior en el que quedaron expuestos el secretario de Gobierno, Facundo Cortéz Olmedo y el de Economía, Sergio Torres, ejerciendo negociados incompatibles con la función pública, Mestre optó por suplantar a todo su equipo de gobierno, incluyendo al poderoso secretario privado, Juan Pablo Ostanelli que en la jerga radical se había ganado el dicho de “Ostanelli es Mestre”, con todo lo que ello implica.
La crisis se extendió a todo el radicalismo cordobés que había apostado todas sus fichas al primogénito de Ramón Mestre, padre, para intentar alcanzar en el 2015 el gobierno provincial. De uno y otro lado de la interna radical comenzó a cundir el pánico. La vieja guardia angelocista pasó a refregarse las manos mirando la debacle de sus históricos enemigos. La derecha de Aguad del silencio pasó a una tibia señal de apoyo a los cambios del mestrismo. Igual actitud de los restos del alfonsinismo mediterráneo de Becerra y Mario Negri. Los sectores de la Juventud Radical  asistieron azorados al temible espectáculo de una nueva frustración radical. Unos y otros ensayaron tibios argumentos sobre la crisis; “Es la Nación”, dice el mestrismo duro.  “Son los empresarios del transporte que quedaron afuera de la concesión que beneficia a la empresa correntina ERSA”, dicen los radicales encaramados en el Concejo Deliberante y que conforman el oficialismo, cercanos al siempre influyente Miguel Nicolás; un personaje que se mueve en las sombras y al borde siempre de la sospecha.
La insolvente gestión mestrista pasa por 2 años y pico sin pena ni gloria, a la par del cambio completo de gabinete, apareció la declaración de emergencia del alumbrado público. Las calles sin luminarias – en barrios y en zona céntrica – alcanza un  impresionante 25%. El transporte público, con boletazo que llevó a $5,30 y $6,50, el viaje nocturno, hace agua, al punto de que se está repensando el modelo vigente de hace 2 meses. El sistema de salud municipal en paros y asambleas. La planta municipal sumó 1700 contratos nuevos, algo más dice el informe del concejal Esteban Dómina del juecismo, mientras los sueldos se comen el 65% del presupuesto; el servicio de recolección de basura se lleva una porción considerable de la torta, agrandada por tarifazos, multazos y tributazos puestos en vigencia a comienzos de cada año.
La gente de a pie ya olfatea el final de una gestión ineficaz; el roban pero hacen no es aplicable a la acorralada gestión mestrista. Una cosa si, la otra no, parece ser el caso. “Imberbes, les dijimos no se gobierna con los amigos del secundario”; truena el viejo tronco angelocista como si ellos pudieran rasgarse las vestiduras.
“Maten al mensajero” retruca el mestrismo desde el suelo mientras empapela el centro  de Córdoba con afiches que dicen: “Juez Gobernador – Tomás Mendez (el periodista de ADN) Intendente. Demasiado tarde para lágrimas.
El blindaje mediático, sostenido a fuerza de pauta publicitaria  e ideología neoliberal, hace lo que puede para morigerar el daño autoinfligido; esa es tarea de Mario Pereya en Cadena 3, Canal 12, La Voz del Interior y Radio Mitre. Son los encargados de alcanzarle un poco de oxígeno a una gestión con pronóstico reservado.


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