La tromba que se llevó puesto al Gobierno Municipal de la
Ciudad de Córdoba pareciera que ha horadado por demás a la gestión de Ramón
Mestre y el control de daños es insuficiente para detener la sangría de
credibilidad de la intendencia colocada en situación de debilidad extrema.
Después del programa periodístico ADN del miércoles anterior
en el que quedaron expuestos el secretario de Gobierno, Facundo Cortéz Olmedo y
el de Economía, Sergio Torres, ejerciendo negociados incompatibles con la
función pública, Mestre optó por suplantar a todo su equipo de gobierno,
incluyendo al poderoso secretario privado, Juan Pablo Ostanelli que en la jerga
radical se había ganado el dicho de “Ostanelli es Mestre”, con todo lo que ello
implica.
La crisis se extendió a todo el radicalismo cordobés que
había apostado todas sus fichas al primogénito de Ramón Mestre, padre, para
intentar alcanzar en el 2015 el gobierno provincial. De uno y otro lado de la
interna radical comenzó a cundir el pánico. La vieja guardia angelocista pasó a
refregarse las manos mirando la debacle de sus históricos enemigos. La derecha
de Aguad del silencio pasó a una tibia señal de apoyo a los cambios del
mestrismo. Igual actitud de los restos del alfonsinismo mediterráneo de Becerra
y Mario Negri. Los sectores de la Juventud Radical asistieron azorados al temible espectáculo de
una nueva frustración radical. Unos y otros ensayaron tibios argumentos sobre
la crisis; “Es la Nación”, dice el mestrismo duro. “Son los empresarios del transporte que
quedaron afuera de la concesión que beneficia a la empresa correntina ERSA”,
dicen los radicales encaramados en el Concejo Deliberante y que conforman el
oficialismo, cercanos al siempre influyente Miguel Nicolás; un personaje que se
mueve en las sombras y al borde siempre de la sospecha.
La insolvente gestión mestrista pasa por 2 años y pico sin
pena ni gloria, a la par del cambio completo de gabinete, apareció la
declaración de emergencia del alumbrado público. Las calles sin luminarias – en
barrios y en zona céntrica – alcanza un impresionante 25%. El transporte público, con
boletazo que llevó a $5,30 y $6,50, el viaje nocturno, hace agua, al punto de
que se está repensando el modelo vigente de hace 2 meses. El sistema de salud
municipal en paros y asambleas. La planta municipal sumó 1700 contratos nuevos,
algo más dice el informe del concejal Esteban Dómina del juecismo, mientras los
sueldos se comen el 65% del presupuesto; el servicio de recolección de basura
se lleva una porción considerable de la torta, agrandada por tarifazos,
multazos y tributazos puestos en vigencia a comienzos de cada año.
La gente de a pie ya olfatea el final de una gestión
ineficaz; el roban pero hacen no es aplicable a la acorralada gestión mestrista.
Una cosa si, la otra no, parece ser el caso. “Imberbes, les dijimos no se
gobierna con los amigos del secundario”; truena el viejo tronco angelocista
como si ellos pudieran rasgarse las vestiduras.
“Maten al mensajero” retruca el mestrismo desde el suelo
mientras empapela el centro de Córdoba con
afiches que dicen: “Juez Gobernador – Tomás Mendez (el periodista de ADN) Intendente.
Demasiado tarde para lágrimas.
El blindaje mediático, sostenido a fuerza de pauta
publicitaria e ideología neoliberal,
hace lo que puede para morigerar el daño autoinfligido; esa es tarea de Mario
Pereya en Cadena 3, Canal 12, La Voz del Interior y Radio Mitre. Son los
encargados de alcanzarle un poco de oxígeno a una gestión con pronóstico
reservado.
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