Jorge Altamira, el candidato eterno y testimonial de la
izquierda típica portuaria argentina, esa que aparece siempre aliada al
capitalismo patronal, quiere vender humo sobre su participación en el Cordobazo
y tiene como interlocutores al variopinto paisaje de comunicadores porteños,
ignorantes por cierto de cuanto significó el hecho histórico que se vivió hace
44 en las calles de Córdoba.
El Movimiento tuvo líderes: Agustín Tosco, de Luz y Fuerza,
Atilio López de la UTA y Elpidio Torres del SMATA. Ese vértice contó con la
participación de un importante número de organizaciones gremiales que sumaron a
la rebelión popular, por citar al Sindicato de aguas Gaseosas, SUTIAGA, donde
los dirigentes gremiales se reunieron la noche previa para
coordinar la movida junto a los estudiantes que ya habían decidido participar
de las acciones coordinadas.
Hubo un par de desencadenantes que actuaron de factor
aglutinante de los hechos: La quita del sábado inglés por parte de la
intervención militar de Córdoba a los trabajadores, el cierre del comedor
universitario, los coletazos del Rosariazo ocurrido el 21 de Mayo de 1969 y que
tuvo como consecuencia la muerte de un estudiante, otro hecho político de
relevancia fue la detención de Córdoba de Raimundo Ongaro que hizo que las 2
centrales obreras decretaran un paro general de 24 horas y que el Movimiento
Obrero de Córdoba a través de sus 2 centrales convirtió en un paro de 36 horas.
Durante la marcha del SMATA, desde la Planta Santa Isabel
hacia el centro se produjeron varios encontronazos con la policía, ocurriendo
el hecho que encendió la hoguera: La muerte del obrero Máximo Mena de 27 años,
en la esquina de Arturo M. Bas y Boulevard San Juan. La noticia corrió como
reguero de pólvora mediante los correos que se movilizaban en motocicletas y
enardecieron los ánimos de la protesta. La ocupación del Barrio Clínicas por
los estudiantes y las calles copadas por los obreros doblegaron a la policía
provincial al medio día de ese 29 de Mayo. Los vecinos que se sumaron con sus
muebles para encender en las esquinas y la participación activa en la proyesta
hicieron el resto.
A las 18 horas el III Cuerpo de Ejército hizo su entrada a
la ciudad tomada. Pero eso ya es otra historia. Lo sustancial había ocurrido.
La dictadura se encontró ante un hecho impensado y comenzó a correr las ajugas
del reloj en cuenta regresiva. La Revolución Argentina de Onganía había sido
herida mortalmente. Había banderas de Perón en esa gesta. También del Che. Los
aires sofocantes de la dictadura comenzaron a desvanecerse y una etapa nueva
nacía al calor de las masas. Altamira no estuvo y no puede contársela. Es un
porteño boludo abanicado por un par de comunicadores ignorantes, solo eso.
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