La victoria de Cristina fue brillante. Vino a poner color a un escenario editorializado en blanco y negro y a mostrarle el mundo real a una dirigencia errática que perdió hace tiempo contacto con la realidad y que prefirió ser guionada por los microclimas construidos por hombrecitos de mentes afiebradas antes que oir la voz de los hombres y mujeres del pueblo.
El Cristinazo no estaba en los cálculos previos? No se detectaban voces que estaban dispuestas a acompañar una propuesta que ha mejorado aspectos importantes de la vida de muchos argentinos? No solo los programas de inclusión social sino otros que han creado condiciones de mejor vivir para cientos de miles de inmigrantes que han hechado raíces y famlias en este suelo, por ejemplo? Hay muchos más ejemplos, pero les resultaba más fácil la lectura del guión que auscultar la realidad más allá de sus narices.Pero para esa dirigencia es más fácil cabalgar por sobre las operaciones de prensa que aproximarse al sentido común.
En los momentos de la derrota, apabullante para unos, un poco más digna para otros; no todos estuvieron a la altura. Sobrio, Binner dijo lo suyo, reconoció el nuevo mapa político y felicitó a Cristina. Algo parecido estuvo Rodríguez Sá. Alfonsín, un hombre de inteligencia mediana, parecía perdido entre flashes y micrófonos, le hablaba a una realidad virtual que no se condecía con la desastroza performance de su fuerza política. Carrió se tomó unas horas para reflexionar y estuvo mucho mejor en el final de su carrera política que en los prolegómenos de la batalla que la llevó a su peor momento político.
Duhalde no entendió nada, el huracán pasó por sus propia nariz y no alcanzó a olfatear que lo suyo es parte de un final de época. Decimonónico, se refirió a las "banderas de organizaciones subversivas", como si esas palabras no hubieran significado un costo demasiado alto en la historia, como si el maccarthismo no hubiera desatado la tragedia argentina. Habló de que él no viene a quitarle los "planes" a los "indigentes", el manotazo de ahogado fue peor que haber callado. Le dice "planes" a los nuevos derechos e indigentes a esos millones de rostros que sus políticas conservadoras consideraban clientes. No existe el sujeto de derechos para Duhalde, lo suyo es el aparateo, el "bunker" como refería al ámbito desde donde cada fuerza política esperaba los resultados de las primarias. La historia se lo llevó puesto y no alacanzó a darse cuenta.
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