martes, 17 de mayo de 2011

EL QUE SE HACE EL SOTA


En un piso lujoso de las Catalinas, en pleno Retiro, un candidato a gobernador de una provincia mediterranéa deshoja la margarita. Recién vuelto del o pais mais grande do mundo, repasa una por una las desventuras desus últimos derrapes. Una ex legisladora provincial, fidelísima a él, se declaró culpable ayer en un juicio por estafas y peculado. Su yerno está en problemas con la rendición de un fondo europeo y su ex mano derecha, durante su anterior gobernación, se ha hecho invisible después que una bandada de cheques voladores con su firma y endosos, saltaran por los aires y dejaran una secuela impresionante de cifras multimillonarias sin pagar. El tironeo con su "sucesor", como lo llama, ha puesto a las superestructuras de cada bando en tensión a 220 v, la feroz interna por los cargos lesgislativos hace que varios hombres se hayan puesto al borde de un ataque de nervios. Corrimiento de la fecha de las elecciones inernas, operativos clamores para que el indicado cuente con todo el poder de la lapicera y la desesperación por poner en la cancha al candidato donde los otros contendientes hace tiempo que están parados .
Números apretados. Las últimas dos elecciones dibujaron un tercio, el fin del negocio bipartidista, un final de bandera verde y la necesidad de contar encuestas calientes todos los días para medir posibles vices y tener algún panorama de las arenas movedizas que surcan el escenario electoral.
Dos realidades contrapuestas; el interior y la capital con su area metropolitana, dividen por mitades a la provincia. Cada realidad vota a su manera y depende de la diferencia en cada una de ellas será el resultado final. Su adversario gana en la capital y su conurbano. El mantiene diferencias en el interior. La capital le resulta esquiva, encima su ex es la única que mantiene alguna posibilidad de que el PJ pueda dar pelea por esa intendencia refractaria. Un anti-K furioso, un mujaidin anti-Cristinista como él, también tiene que esperar algunos guiños de ese poder que tanto detesta y del modelo que aborrece porque, claramente, él es un exponente del neoliberalismo. Mientras deshoja la margarita, piensa que ese lugar, la Rosada, le correspondía, a él, el más brillante de la retórica renovadora para continuar contra viento y marea sosteniendo los pliegues del consenso de Washington.

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