O se sacó la careta y mostró su
verdadero rostro y siempre fingió o perdió definitivamente el rumbo. Lo seguro
es que la primera opción. En su último y desilachado paro, en medio de una
plaza despoblada, se paró como un empresario camionero a aullar sus prejuicios
de clase. Habló en el mismo idioma racista de la vulgaridad que hace tiempo
sacude sus propios resentimientos con los sectores más vulnerables. Habló como
esas viejas cotorras odiosas con los recursos que se destinan a la Asignación
Universal, un programa que ha logrado una transferencia de recursos importantes
para los niños de las clases pobres y que ha puesto al País entre los más
igualitarios de América Latina. Subyace en ese pobre discurso el odio ancestral
de clase. Eso no es Peronismo, le escupiría Evita en la cara.  
Fue un tipo con un trayecto de resistencia
al neoliberalismo. Ni mucho ni tan poco. Valorable, podría decirse. Un camino
que tenía más que ver con los intereses de su sindicato que con el devenir de
los sectores pauperizados por la miseria.
Hoy puede verse al frente de un
gremio robusto. Con poder de choque. Con capacidad de daños. Y con una caja
importante. 
Colonias de vacaciones 5
estrellas. Clínicas de atención de complejidades. Obra Social poderosa. Como un
Pac-Man ha ido tomando cada nicho con cuatro o dos ruedas y se ha extendido por
sobre la recolección de residuos al punto de la extorsión para que los
municipios descuelguen el servicio público y graciosamente se lo entreguen,
mientras agita sueldos de $ 17.000 por sobre los salarios que pagan los
municipios, mucho menores que los que alcanza un chofer camionero.
Es reelecto indefinidamente. Crea
dinastía. Hace hereditario un poder, teóricamente, surgido de las bases. Como
un PAC-MAN amplía su desarrollo hacia el control total de los organismos
públicos que capitan las Obras Sociales, allí a falta de hijos aparecen
esposas.
El método de construcción en base
al apriete hace mucho tiempo que lo puso bajo la lupa social, nunca pudo
extender su liderazgo más allá del universo kirchnerista, aun cuando fue un
tributario del proyecto de los Rodríguez Sa. 
Fuera de ese paraguas siempre fue
un hombre expuesto a la sospecha. La propia reelección de Cristina en el 2011 llevaba
como un pesado lastre el apoyo de Hugo Moyano. El “López Rega de Cristina”
vociferaban los gorilas. Eso representaba Moyano para el imaginario opositor.
Clarín le carga una muerte. Sabat
lo representa con las manos sucias de sangre. La ruta de Covelia y el rol de
Moyano en esa trama de lavado de dinero fueron exponencialmente amplificadas
por esas usinas. 
Algo arregló Moyano para
encontrar protección de esas mismas usinas que lo pusieron como centro de todos
los males de la Argentina. El mismo hablaba de “demonización”. Eran los tiempos
en los que Facundo se compungía por 678 y recitaba frases de Cooke.
El candidato N° 35 de Denarvaísmo
con pretensiones de ser parte de una propuesta más global que contuviese al
peronismo federal bajo la férula de De la Sota se hizo añicos con la puesta en
escena de Massa. Se ha diluido el proyecto restaurador en el que caminaban
varios zombies políticos: Luis Barrionuevo y su bella esposa, Ramón Puerta,
Jorge Busti, Jorge Yoma,  entre otros
personajes de probada honestidad y casi setentones, ya fuera de época.
Uno de los principales
articuladores ha quedado afuera del armado de Massa. Por paintavotos y por ser
parte de una estética demasiado fuera del estilo cool con el que se pretende
barnizar al massismo. 
Con el patrón va Moyano. Un patroncito
demasiado endeble, alejado ya de las luces del show que con una vacua consigna
lo llevaron al estrellato efímero  y al
que no le queda otra que relamerse con su indeseable enemigo de otros tiempos,
para ver presenciar desde la tribuna un escenario que los arrojó afuera antes
del primer round.
 
 
Hermosa la nota. Lamentablemente Moyano seguirá en esta última etapa como lo hizo Videla: petardeando al gobierno o a cualquier proyecto o mínimo intento de democracia e inclusión social.
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