viernes, 19 de julio de 2013

MILANI Y LOS DESAFIOS DE LA DEMOCRACIA

Juan Perón es por lejos el militar argentino más brillante del siglo XX. Años luz les saca  a cualquiera de su época y ni hablar a todos cuantos le sucedieron reaccionariamente, liderando las sucesivas dictaduras contra su Proyecto Nacional : Lonardi, Aramburu, Onganía, Levigston, Lanusse, empeñados en borrarlo de la historia y muertos en el intento. Sin calificación alguna y ni siquiera en un punto de comparación la canalla que asaltó el poder el 24 de Marzo de 1976 e implantó el terrorismo de estado en la Argentina. 
Perón asoma claramente como el continuador de la línea sanmartiniana y el líder de una etapa en la que el ejército se aproximó al Pueblo y desde ese lugar fue un factor de poder más comprometido con el devenir de las clases populares y de sus principales recursos de desarrollo. Savio y Mosconi, tan precursores y a la vez hombres de esa misma línea, a la que adscriben varios de los hombres del ejército que acompañan el proceso del peronismo en el poder entre 1945 a 1955.
Perón no solo fue un militar brillante, un intelectual que ha dejado escritos y trabajos dignos de ser comprendidos por las nuevas generaciones, un visionario estratégico  que pudo ver más allá de su tiempo sino que fue un sembrador de corrientes del pensamiento nacional, abonó como nadie ese terreno, y ese legado se mantiene en plena vigencia. Sólo es cuestión de reelerlo, Pero sin dudas, su mayor acierto político fue el de poder convertirse en la esperanza de las clases populares y llevar a la praxis un programa que hizo realidad las demandas de esos sectores y contribuir al desarrollo de un Estado que pudo expresar el ciclo que se abrió el 17 de Octubre de 1945 durante una década; con bases tan formidables que todos los intentos por destruirlas se hicieron a costas inconmensurables porque incluyeron la vida de muchas personas.
El terrorismo de estado trajo consecuencias lacerantes en el tejido social argentino, sin ningún otro remedio más que la verdad, la memoria y la justicia, en el marco del estado de derecho democrático pueda reparar en parte el daño causado. 
El desastre llevado a la práctica por las Juntas Militares entre 1976 y 1983, con la complicidad de vastos sectores encaramados en el poder del "proceso", civiles, eclesiásticos, empresariales, culturales, de opinión, medios adictos y el conjunto de las llamadas "fuerzas vivas", trae, transcurridos 37 años después secuelas imposibles de soslayar. Hacia dentro de las propias fuerzas armadas, el grupo de asalto que ocupó el país, condujo hacia una brecha inmensa entre la sociedad civil y sus fuerzas armadas; no solo como saldo del proceso sino como otro hecho significativo la derrota de Malvinas, con su cuota de aventurerismo y traición.
César Milani es un militar de familia peronista, hijo de peronistas de la región del Valle de Punilla de la provincia de Córdoba. Subteniente, según consta en su "foja de servicios" en los inicios de los años de plomo. El derrotero de esos 7 años trágicos hace difícil encontrar - entre los militares - oficiales de alta graduación a la fecha y que por entonces tenían 20 años,  que no hayan vivido el terror por sus cercanías. 
Los fantasmas estarán presentes por toda esta generación y ese desastre también hay que sumarles al pasivo de los jefes de aquella locura institucionalizada.
Milani se presenta ante la justicia de la democracia y niega hechos que puedan vincularlo al terrorismo de estado. Lo hace. Pide ser investigado. eso habla bien del nuevo jefe del ejército.


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