sábado, 24 de septiembre de 2011

ULTIMAS IMAGENES DEL NAUFRAGIO


El paisaje electoral se muestra bucólico a menos de un mes de las elecciones presidenciales del próximo 23 de Octubre. Como la frase del mago "nada por aquí nada por allá" las oposiciones  no pueden  hacer pié en la parte del escenario que les pertenece y a la  que han contribuido a dregradar enormemente con su falta de responsabilidad política. No han logrado instalar una agenda atractiva para la sociedad; los dirigentes opositores se han dejado guionar por el editorialismo y las usinas del poder corporativo al que le han dejado hasta el armado de sus propias listas. Semejante patetismo no es comparable a ninguna situación recordable, habría que remitirse a los años de la Década Infame para aproximarse a un momento en el cual los partidos políticos actuaban como meros resortes del poder fáctico y al amparo del fraude patriótico para transitar por el ejercicio de un  poder vaciado de comprensión sobre el contexto sociopolítico y por tanto un ejercicio de poder deslegitimado.
Hartaron con sus idas y vueltas, con los zafarranchos improvisados que protagonizaron, con sus alquimias y afiebradas elucubraciones. Hartaron con la toxicidad de la agenda que trataron de imponer a cualquier costo. Envenenaron hasta las esperanzas de los propios votantes a los que dirigieron sus mensajes cargados de ecepticismo y se subieron a un montaje que no parece tener anclaje con la realidad como no sea la  que transcurre en los microclimas. Sin capacidades de respuestas ni de generar posibilidades superadoras ni proyectos colectivos incluyentes derrapan por las sombras sosteniendo banderas desflecadas  y esquivando los contactos reales con la sociedad. Apelan al siniestro, buscan en el derrumbe la tabla de salvación que los coloque por arte de magia en la cima de las decisiones sin tener que pasar por lo que ya consideran un trámite engorroso; nada más ni menos que la soberanía popular  ejercida por el voto como fundamento del sistema democrático. Forman parte de un conglomerado de voces inaudibles, una vocinglería que aturde y que no lleva a ninguna parte. Implosionados, no advierten que son el rostro de un final de época. Representan si a un impresionante coro anunciador de tragedias que se bate en retirada para dejar paso a una nueva generación . La historia los arroja afuera, los deja a la interperie sin consideración porque han logrado mostrar la foto del retroceso como toda propuesta frente a la voluntad mayoritaria de continuar avanzando en la construcción de un país más vivible, una Argentina que transite hacia su desarrollo en mejores condiciones de equidad y justicia. De eso se trata.

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