ENTRE AQUELLAS PASCUAS Y ESTAS

Por aquellas Pascuas yo tenía 10 años, íbamos con mis padres y mis hermanos por las calles y éramos miles. Las imágenes de esos días todavía me pegan porque la política siempre estuvo presente en la mesa de aquella casa y de alguna manera se asocia a las muchas cosas de la cotidaneidad familiar. Es como rebobinar la cinta y se multiplican las fotos en blanco y negro de la democracia en peligro, de hombres armados con la cara pintada, poniendole límites al estado de derecho incipiente. El maniqueísmo lo invadía todo, la película contada a medias y las teorizaciones en boga de la época. Felices Pascauas, desde el balcón y vuelvan que la casa está en orden. Era el Presidente.
Tratando de resignificar aquellas Pascuas con estas, me paro en el cambio cultural extraordinario que se está produciendo. En el recorrido que agudizó las contradicciones de los últimos años, en el horizonte que se me ocurre mas cercano. En la iglesia ausente de aquellas Pascuas y en estas, en las que el Cardenal llama al diálogo y vuelve sobre sus pasos con el petitorio reciclado de anmistías y reconcialiaciones varias como fórmula mágica para restaurar el orden conservador.
Y no es gran cosa lo que acontece, apenas las agujas del reloj girando como correponde, un poco más de justicia, mejor distribución de la riqueza, evitar las mortalidad infantil, parar al Estado en su lugar y fortalecer al poder político para contraponer al poder corporativo. Pero en si revolucionario, porque ha sido tanta la aridez que este manantial no se nos puede escurrir de las mano.