Que una apologista de la violencia
y del maltrato como Carrió se victimice en un actting en sus amigables estudios
de TN nos es más que una demostración de cinismo e hipocresía política de la
cual la propia Carrió es una permanente tributaria.
Una mujer que es capaz de decir cualquier barbaridad y ofender sin
miramiento alguno, una verdadera vocera del Grupo se manifiesta ofendida por
dichos de su socio de esa especia de “corte de milagros” que es la alianza que
se expresa y que puede tener solamente asidero en un electorado como el
porteño. Carrió nunca será presidenta, el país no está en un estado demencial para
soportarla y sus márgenes se estrechan en ese territorio donde se puede
desarrollar una experiencia así de mortificante.
En la “corte de milagros de
Carrió” pueden convivir distintas especies; desde onanistas mentales como
Quintín y Fernando Iglesias hasta Pinki Cerebro Sarlo; todo está permitido en
el snobismo recoletiano que recoleta tras su paso el aborto de la antipolítica.
En su actting autorreferencial,
cuando no, se victimiza porque le dicen, según ella, “loca”, “chancha” y demás delicatesen,
directamente proporcional a la violencia que ella misma genera en su rol de
egolátra, desquiciada, paranoica y demás etc que si tiene asidero patológicos
de la ocultadora de familia.
Turbio pasado como funcionaria
judicial del régimen del terrorismo de estado, pasado que alguna vez habría que
investigar a fondo, constructora de chacras a manos de inexistentes militantes
de una vaporizada fuerza política, se empecina en hacerse llamar decente pero
termina siendo una gran cagona; así lo demostró cuando Duhalde la llevó a
juicio y salió reculando en chancletas de su temeraria acusación de “jefe narco
de la Argentina”; allí perdió credibilidad a chorros.
La depositaria del odio furibundo
del 2% volvió a mostrar la cabeza auspiciada por el mayor farsante del periodismo
porteño, ella recogió los votos de Lanata en las legislativas y dice la verdad
que el senil Pino Solanas fue en su búsqueda tras la posibilidad de una banca
en el Senado, ese fue todo el cuento coyuntural, correrse de un gagá como Pino –
otrora parte de la historia rica de la resistencia a la que abdicó cuando no le
dieron las Galerías Pacífico, no cuesta mucho; los dos son válvulas de escape y
ninguno incide más allá del sinuoso electorado porteño depende el humor de
época.
Carrió mostró la grieta de su
enorme y fofo trasero cuando le da la espalda a Solanas que despotricaba contra
todo posible acuerdo con el macrismo y ambos energúmenos salieron disparados de
sus cabales en el territorio que mejor conocen; el de los movileros. Dos terribles
vagos, bien burgueses y dos pobres caricaturas de un escenario en el que solo
pueden ser actores de reparto no mueven la báscula más allá del puerto.
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