miércoles, 9 de julio de 2014

PUDO SER LA PICANA PERO SERÁ EL PAÑUELO BLANCO

La historia de los pañuelos blancos está escrita hace mucho tiempo, 37 años para ser más precisos que fue cuando salieron a la Plaza, y desde allí a todas las plazas que pudieron,  para confrontar con la más sangrienta y oprobiosa de las dictaduras en un océano de cobardes y cómplices. La presencia de un grupo de mujeres señaladas como locas y terroristas adquirió una fuerza moral enorme en los años del oscurantismo impuesto por el terrorismo de estado.
Quienes pueden igualar ese trayecto? Cuántos pueden negar en la Argentina de hoy que de no haber existido esa resistencia pacífica y heroica el país entero se habría transformado en una vergüenza de la humanidad?
Los pañuelos blancos que iluminaron en la noche trágica de la Argentina van camino a ser declarados emblema de la Nación y equiparables con los otros emblemas;   A quienes molesta el nuevo status?
Agravia a los que agraviaron. Interpela a la sociedad en su totalidad como parte de una realidad histórica trágica por la que atravesó la Argentina.
De ahí a los argumentos  oportunistas siempre sesgados,  por lo que se sienten molestos y se manifiestan a través de sus voceros en el parlamento. La Organización Madres de Plaza de Mayo es una entidad, nacida en los años de lucha contra la dictadura y durante todo el recorrido de 37 años tuvo aciertos y errores en su vida interna, coincidencias y disidencias – como en todo espacio conformado por seres humanos - que hizo que sus mentoras tomaran rumbos distintos; sin resignar jamás el objetivo central que las encontró una tarde abril de 1977 dispuestas a dar con la verdad sobre el destino de sus hijos.
Los voceros de los reales afectados por la decisión mayoritaria de Diputados, se confunden y tratan de confundir; una cosa es una organización y otra muy distinta un emblema. Que Patricia Bullrrich argumente su oposición porque entiende que la Organización ha desvirtuado objetivos y conforma un colectivo del oficialismo es una forma de negar su propio pensamiento, el pensamiento de una rastrera oportunista a la que le cabe cualquiera porque es un energúmeno vacío de alma, el pensamiento de la “socialista” Mirta Tundis, la delegada de Magnetto en la lista de Massa, es absolutamente coherente con quien por todos los medios intenta sofocar la causa Papel Prensa y así el resto, incluido el troskismo que no representa más que el extravío histórico y político de la izquierda funcional a la derecha.
El pañuelo excede largamente a Hebe Bonafini, una luchadora a la que ninguno de estos opositores le llega a los talones, también a Estela Carlotto, y también a Tati Almeyda por decir las más cercanas al oficialismo; al que se acercaron porque acompañaron la propuesta de clausurar el intento fallido del “manto de olvido” puesto en práctica durante 15 años por gobiernos elegidos democráticamente  y que no resolvió de ninguna manera el drama de miles de personas que fueron víctimas de la maquinaria demoníaca del terrorismo de estado; y también excede a Nora Cortiñas para nada cerca del oficialismo pero también una portadora del pañuelo. No están en cuestión las personas, está en discusión el significado de un emblema de lucha, reconocido en el mundo como un símbolo de los derechos humanos y el valor alcanzado por este emblema como identidad construida colectivamente para representar al Estado; en ese sentido es que alcanza dimensión de patrimonio nacional; más allá de las diferencias coyunturales – después de todo 40 años en la vida de una Nación es apenas una época – sino para adelante y como enseñanza de que la libertad es un valor esencial y que en este país existió una resistencia no violenta a un sistema violento impuesto a sangre y fuego por las minorías del privilegio con su brazo armado de entonces. Esa es la enseñanza del Pañuelo Blanco y su lugar en la historia.


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