El Kirchnerismo atravesó el
Peronismo y de alguna forma introdujo un debate pendiente y largamente
adormecido por décadas. Lo arropó de banderas molestas, las mismas que convivían contradictoriamente en un mismo
cuerpo y que expresaban una de sus mayores contradicciones. El Movimiento
perseguido, proscripto y abjurado; y por sobre todo el que puso los muertos en
un inusual complejo de culpas renegaba u ocultaba una de las mayores demandas
latentes durante el actual período democrático: la bandera de los Derechos
Humanos y su consecuente reclamo de justicia, verdad y memoria.
El Krichnerismo se animó a abrir
la caja de Pandora y desató los nudos del paquete del indulto, la obediencia
debida y el punto final que quemaba las
manos de cualquiera.
La pregunta es: ¿Hasta cuándo el
sistema podía resistir la hipocresía de gobernar de espaldas a esa realidad
que, a medida que los años pasaban, agregaba víctimas y nuevos actores? ¿Un país puede cerrar un capítulo lacerante
con fórceps jurídicos insostenibles? ¿A título de qué?
La cuarta bandera del Peronismo
pasó a ser la de los derechos humanos de la mano del kirchnerismo.
Tolerable al inicio por los
factores de poder, salvo el conocido pliego de condiciones de Claudio
Escribano, a medida que los avances en ese terreno se hicieron más profundos y
además de las fosas comunes emergieron complicidades y negocios que excedían
los límites de los cuarteles y se expandían hacia los verdaderos beneficiarios
del “proceso” se encendieron las luces de alarma.
La principal cuestión en juego es
esa y son aleatorios todos los otros temas que conforman la agenda de los
últimos 10 años y que sobrevinieron de esa puja, hacia adentro y hacia afuera.
Despojar al Peronismo de ese
ropaje es uno de los objetivos encubiertos del sector interno que propicia el
recambio; aun cuando decir ni un paso atrás signifique clausurar el tema. Hasta
acá llegamos.
Será un retroceso enorme y
frustrante porque el campo de los derechos humanos se extiende hacia los nuevos
derechos que asomaron, los que se
concretaron y los que aguardan ser incorporados. Que haya representantes de los
colectivos de la diversidad sexual en los escaños legislativos se debe a la
audacia de una decisión política trascendente y provino del Kirchnerismo.
Esas tensiones en el cuerpo
social han sido resueltas por la ley y pueden ejemplificarse en situaciones
hasta cotidianas como cuando una pareja gay decide alojarse en un hotel en una
habitación matrimonial sin exponerse a prejuicios ridículos. Una batalla ganada
y un avance cultural de proporciones.
No es lo mismo resignar la
bandera de los derechos humanos por conveniencia de intereses y para propiciar
escenarios no confrontativos que sostener y profundizar los cambios hasta acá
logrados.
El debate ideológico introducido de
prepo por el Kirchnerismo en el Peronismo ha sido saludable y vino a saldar una
deuda pendiente con la historia que se reivindicaba puertas adentro de las
unidades básicas pero no se acompañaba en las calles. La estigmatización
puertas adentro era un correlato de lo que se vivía en la puesta en escena de
los líderes claudicantes y que en el mejor de los casos proyectaron una suerte
de socialdemocracia española en espejo con el remanido Pacto de la Moncloa como
fórmula ideal y haciendo repetitiva la consigna de no mirar al pasado. Se
trataba – se trata- de líderes quebrados, sobrevivientes del terror y pactistas
con los sectores interesados en la no revisión de la etapa procesista.
No tocar lo hecho hasta acá pero
no avanzar es la consigna de los sectores que propician el recambio desde el
Peronismo.
Está claro que este tópico forma
parte de los acuerdos que se ensayan como uno de los puntos centrales. Algunos no lo dicen. Otros directamente lo
pregonan y los menos, atrasan trayendo una discusión irrelevante con el caso Rucci,
pero es lo mismo.
El punto es hasta donde la cuarta
bandera del Peronismo resiste o queda reducida a la nimiedad en una agenda hacia
el 2015. Cuantos se desprenderán en su arrío y buscarán en otros espacios
sostener el flameo en alto?
Antes que nada quiero felicitarte por esta nota. Los DD HH han sido una de las políticas que mas reacción ha tenido el gobierno. O la que mas.No creo que el kirchnerismo vaya a arriar esa bandera, aunque puede ser una expresión de deseo mía, y si lo hace no tengo lugar a dudas que lo hará a medias por verse obligado por los votos.Los dd hh abarcan desde los juicios por la verdad y la memoria, pasando por los derechos de identidad de género, el matrimonio igualitario y el reparto de la riqueza. Y es en esta última consideración en donde el poder económico ataca al gobierno a través del "peronismo". Para su cometido cuentan con el monopolio de la información. Hasta ahora. Veremos que pasa con la Ley de Medios. Un abrazo. Roque.
ResponderEliminarOk Roque, muchas gracias compañero y si yo creo q ya es una bandera insustituible e imposible de bajar, si los dinosaurios lo pretenden crearán una brecha insalvable con un sector de la población muy importante.
ResponderEliminarEstimado compañero, la cuarta bandera del Peronismo es el Nacionalismo cultural, expresado por Perón en el 73, los derechos humanos son parte de ese todo, pero no son la cuarta bandera.
ResponderEliminarGran abrazo.