jueves, 22 de agosto de 2013

JULIO BÁRBARO: COMO SER PELOTUDO Y NO MORIR EN EL INTENTO



Julio Bárbaro es un personaje olvidable. Patético e insignificante como lo ha sido su humillante colecta de votos por el peronismo moyanista.  Vende,  por los andariveles por los que se mueve un cierto tufillo intelectual. Un currero que nunca pasó a mayores y que alguna vez pasó por el llamado Grupo Calafate,  sin pena ni gloria, en los albores del kircherismo.
Cobró. Siempre cobró. Con el menemismo, con el duhaldismo y con el kirchenerismo.  Lo que se dice un eterno oportunista.
Un jactancioso charlatán de ferias porque a la hora de la verdad a su pobreza intelectual se le une la pobreza electoral.  Y sobre esa miseria de votos se para dando cátedra sobre como asumir derrotas ajenas. O está de remate o el pobre tío de bigotes manubrio no se dio cuenta que su desempeño electoral  da risa.
Es tan caradura, tiene tan poca vergüenza que analiza escenarios políticos abstraído del papelón que protagonizaron juntos Julio Piumato, Hugo Moyano y el propio Julio Bárbaro que no llegaron al módico piso electoral del 1;5% en la CABA y obtuvieron la magra cifra de 12.500 votos.
Piumato diputado – Bárbaro senador. Les fue brillante.
La soga en la casa del ahorcado sería la moraleja  para el senil figurón que lejos de pararse en su paupérrima cosecha de votos y cuando menos esbozar una mínima autocrítica se convierte en analista de resultados ajenos.
Moyano, Piumato y Bárbaro son personajes repudiados. Piantavotos, dijera el sabio General. Una caterva de atorrantes incapaces de mover ningún amperímetro.
Triste y a la vez risueño.

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