Siempre fue una retrógrada, un personaje de bajo coeficiente mental que en todo su derrotero llegó como esposa
de. Nada más. Así mismo y todo su paso por lugares públicos
han sido de una mediocridad absoluta. Un fetiche de la vieja política, un
remedo de asitencialismo limonesril, el ejército de manzaneras que creó no fue
más que una estructura pre-Evitista.
Sus intervenciones en el Senado han sido lastimosas. Prejuiciosa,
con el rosario envuelto en las manos y apostrofando a cuanta persona saliera
del target que alcanza a comprender su pequeño cerebro. Proyecta. Siempre lo
hace y ahí es donde demuestra la baja estatura dirigencial que pudo ostentar
merced a su matrimonio, bien “constituido” por cierto.
Puede conocer algo de las peripecias del Conurbano pero nada
más allá y su pensamiento cabe en conversaciones de pequeñas burguesas que no
tienen más compromiso que las tareas hogareñas y con empleadas domésticas a su
servicio, siendo una millonaria.
Hubo un tiempo en que se creó en un movimiento que llamó
Evitismo en la Provincia de Buenos Aires. Oportunismo puro y barato.
Evita se animó a ir más allá de los cánones establecidos, en
el discurso y la acción impuso una agenda de vanguardia. Eva fue una mujer de
avanzada que reivindica al género. Puso en práctica una maquinaria asistencial
monumental porque la urgencia demandaba reparar daños y sanar heridas pero al
mismo tiempo habló en clave revolucionaria e impulsó una acción política que
reemplazó de cuajo estructuras anquilosadas y obsoletas. Eva aportó al nuevo
pensamiento de su época, abrió las puertas de par en par para la llegada de la
mujer a la política y lo hizo convencida
de que allí donde solo había frialdad y cálculo había que poner pasión. Intentó
ser la primera en llegar a la más alta posibilidad que una mujer pudiera
aspirar en ese momento y con ese gesto impresionante perforó los techos que
pudiera asignarle el machismo a la mujer.
Pasaron más de 60 años. Sucedieron muchas cosas en la Argentina por pronunciar su nombre y
levantar sus banderas y pensamiento para que una insignificante haga andar su
lengua más rápido que el cerebro.
Chiche Duhalde ofende a la mujer, a la militancia, al
Peronismo del que se sirvió reiteradamente.
Es cierto que de un burro, una burra es el caso, no puede
esperarse más que una patada.
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