martes, 18 de octubre de 2011

EL DESCHAVE DE BEATRIZ SARLO

Atracción fatal es una película que tiene sus años, Glenn Close y Michael Douglas llevan el suspenso hasta el final de una verdadera pesadilla. Glenn personifica a una mujer obsesionada con un hombre casado con el que tuvo un touch, algo así le sucede a Beatriz Sarlo con el Peronismo, una obsesión que la lleva a vivir entre la insoportable tensión de odiar y a la vez admirar.
Resulta divertido imaginarla espiando a través de la mirilla con unas ganas terribles de abrir la puerta y contagiarse del bullicio y a la vez enfadarse con eso que ocurre afuera  y  que la molesta de sobremanera. Lo hace notar con sus gestos siempre severos, porque ustedes saben que algunos intelectuales creen que la forma de hacerce escuchar es frunciendo el ceño. El gesto amargo parece ser una marca registrada para quien se arropa con  pergaminos de ensayos y librescos que no cambian el mundo ni dejan una sola pista sobre como es lo que viene. Ella, como otros, sobrevuelan la ambivalencia de querer escribir para el pueblo y terminan siendo consumidos en el mismo circuito que se retroalimenta con sus devaneos. No es nadie la Sarlo para la criadora de llamas de la Puna ni para el verdulero del barrio. Sus teorizaciones no perforan los límites del limbo.
Sus derrapes la llevan a tomar como referente política a Elisa Carrió, ella es la autora del nuevo mote de "analista" que la corporación mediática le concede a la frustrante candidata presidencial por un partido que es más parecido a una ONG, como dice Lucas Carrasco, que otra cosa.
Leer a Gramsci no es suficiente para sacar conclusiones apresuradas, la honestidad intelectual también significa pararse en un lugar y ser claro desde donde se habla, sobrevolar con un doble discurso sigue siendo una construcción pequeño-burguesa. Se hizo Binnerista, firmó una solicitada con sus amigos y entonces las cuentas están más claras. Dio el paso. Su ubicuidad nunca estuvo en duda, ella es la que se escondía tras un mensaje pretendidamente progre y  pretendidamente objetivo.
La  gran interpeladora se reveló como una vocecita de su propia clase, de sus ideologías y de su propia ubicuidad. Nada más.
Entonces porqué esa necesidad de ir camuflada a nuestros actos ? Que la llevaba a entremezclarse ? Comprobar in situ que una cultura nueva se movía más allá del microclima de las redacciones ? La comprobación periodística es valiosa pero innesesaria en una opinión sesgada como la suya.
Hay algo de atracción fatal en ella aún cuando nos considera "gente fea", justamente una mujer nada agraciada y desprovista de encantos y sensualidad. Los polos opuestos se atraen, es lo que dicen. El peronismo para ciertos intelectuales es un conjuro irrompible. Una suerte de atracción erótica para una mujer mayor observando cientos de torsos desnudos en Ferro. Pero no se anima, y los otros que tienen entre veintipico ni se dan cuenta. Sucede.

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