
Probadas todas las fórmulas posibles, todos los brebajes imaginables, la propuesta final pasa a ser el centroderecha con el único candidato que mide algo y el que cuenta con una estructura diseminada por el país. Claramente elegido por el establishment, el timorato Ricardito que emergió al conocimiento masivo con las exequias de su padre, el ex presidente Raúl Alfonsín, pasa a ser el candidato para enfrentar al proyecto nacional y popular. Repetirá las recetas, se desgañitará impostando la voz por los estrados, recurrirá a sus diálogos imaginarios patéticos y buscará contrarrestar el temido efecto "afectivo" que tanto insomnio le causa a sus mandantes.
No mide Duhalde, mas bien des-mide, el PF pasó a ser un bochorno, un chiste y una risa, después de explorar a todo vapor la posibilidad de comer votos desde adentro. Escuálido y vergonzante final para una apuesta condenada al fracaso de antemano. No mide Macri, aún cuando es la figura fogoneada como la esperanza blanca pero con claros límites para seducir más allá de la derecha reaccionaria y anti K. Imposible lo de Solanas, su senilidad es una barrera en todos los sentidos, nunca pudo ir más allá del anclaje de una izquierda maleable y de cierto electorado de clase media porteña. Nunca estuvo en planes Carrió, salvo para recorrer sets televisivos con discurso tremendistas y furibundos, efectistas y de corto plazo, apenas para rebotar insultos, agravios y desesperanzas.
El temor es la re-edición de la Alianza. El recuerdo de la frustración más trágica vivida en la democracia. El temor es la memoria, que reconoció a Alfonsín un lugar pero que nunca lo exculpó por su gestión de horror económico e hiper-inflacionaria. El rejunte.
El Plan A fue poner en la cancha a todos los jugadores, por izquierda, por el centro y por la derecha, el techo del 36% para el kirchnerismo juntaría por abracadabra y pases mágicos a todos contra Néstor. Ahí estaban las posibilidades duhaldistas, las chances de remar y doblegar.
El único plan.
El cambio brutal del escenario ha hecho cundir el pánico. El puzzle dejó de cotizar y llegó el momento de juntar todas las piezas, que quede como quede, incluso amontonadas y sin resolución. Cambios de discursos, alianzas imposibles, programas contrapuestos, ideas incompatibles, es lo de menos. Magneto tiene un plan: Alfonsín - Michetti. Bergoglio lo bendice.
No mide Duhalde, mas bien des-mide, el PF pasó a ser un bochorno, un chiste y una risa, después de explorar a todo vapor la posibilidad de comer votos desde adentro. Escuálido y vergonzante final para una apuesta condenada al fracaso de antemano. No mide Macri, aún cuando es la figura fogoneada como la esperanza blanca pero con claros límites para seducir más allá de la derecha reaccionaria y anti K. Imposible lo de Solanas, su senilidad es una barrera en todos los sentidos, nunca pudo ir más allá del anclaje de una izquierda maleable y de cierto electorado de clase media porteña. Nunca estuvo en planes Carrió, salvo para recorrer sets televisivos con discurso tremendistas y furibundos, efectistas y de corto plazo, apenas para rebotar insultos, agravios y desesperanzas.
El temor es la re-edición de la Alianza. El recuerdo de la frustración más trágica vivida en la democracia. El temor es la memoria, que reconoció a Alfonsín un lugar pero que nunca lo exculpó por su gestión de horror económico e hiper-inflacionaria. El rejunte.
El Plan A fue poner en la cancha a todos los jugadores, por izquierda, por el centro y por la derecha, el techo del 36% para el kirchnerismo juntaría por abracadabra y pases mágicos a todos contra Néstor. Ahí estaban las posibilidades duhaldistas, las chances de remar y doblegar.
El único plan.
El cambio brutal del escenario ha hecho cundir el pánico. El puzzle dejó de cotizar y llegó el momento de juntar todas las piezas, que quede como quede, incluso amontonadas y sin resolución. Cambios de discursos, alianzas imposibles, programas contrapuestos, ideas incompatibles, es lo de menos. Magneto tiene un plan: Alfonsín - Michetti. Bergoglio lo bendice.
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