

Los radicales siempre tuvieron doble ética, doble moral, doble discurso. Alguna vez, allá lejos, puede ser que hayan sido, después degeneraron hasta convertirse en esa fuerza anodina, digerible y servil.
A esa estirpe pertenece Julio César Strassera, el único superhérore que les quedaba hasta que la cortina se corrió y el manso viejito, bronce del jucio a las Juntas, quedó desnudo.
También, él fue un cómplice del proceso, fiscal del proceso, nada menos. Seguramente, su rol habrá convalidado aquella lógica de que el juicio quedaba ahí cincunscripto. En esos tipos degradados, valientes para poner la maquinaria del terrorismo de Estado al servicio de un modelo económico antinacional y cobardes en la única guerra que tuvieron que enfrentar.
En el juicio que se está llevando adelante en Córdoba por el caso de los fusilamientos de la UP1, con Videla y Menéndez en el banquillo, los acusados apuntan a los propios jueces que los juzgan como cómplices de aquella etapa. Como convalidantes de las torturas y de las muertes por la siniestra "ley de fugas". Algo así, bien podría haber argumentado la tiara juzagada en el juicio a las Juntas.
Son así y no puede, Strassera, zafar del gen radical. Le pusieron intendentes al proceso, funcionarios judiciales, embajadores, funcionarios.
Clarín lo hace hablar para que diga que Lidia Papaleo durante su detención nunca le habló de Papel Prensa. Lidia dice que él nunca se lo preguntó. El vejete dice que fué con una orden de sacarle las esposas. No se le ocurrió inferir que estaba ante una mujer aterrorizada? No vió signos de torturas? Que dirá en la acusación a su cargo?
Strassera habla y oscurece. Hubiera sido mejor quedarse con el barniz de democráta y evitar desgarrarse vestiduras por un titular de un medio que parece tiene bastante que explicar. Pero es mejor así, la historia completa.
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