Ya ni sabe dónde está parado.
Ni siquiera recuerda lo que firma. O 
pusieron al descubierto el doble juego que hace tiempo viene haciendo?
Alguna vez, Pino Solanas fue algo en el peronismo, dejó un trazo por su andar
con obras  comprometidas durante la
Resistencia, “La hora de los hornos”, una de ellas. Y el reportaje en la
siempre otoñal Madrid al exiliado General. 
Algunas cosas más en el estío democrático pero nada de otro mundo, algo
de humo  y mensajes encriptados. El
denuncismo  durante el menemismo, sin
aportar nada nuevo ni siquiera una estética distinta al consabido  kish que tiene su sello. Con el menemismo
rompió por las Galerías Pacíficos, donde pensaba dar vida a un negocio cultural
y chocó con el pragmatismo duro de los halcones del neoliberalismo que veían un
shopping de lujo en el cotizadísimo 
espacio, entre un shopping cultural, shopping al fin y un shopping –
shopping  el menemismo no encontró
mayores diferencias en los 90. Ahí Pino Solanas hizo sus valijas y comenzó a
transitar las márgenes, corriéndose cada vez más hacia la derecha hasta sacar a
relucir su pertenencia de clase y así, desde la comodidad del Norte porteño viajar
de cuando en cuando a registrar en documentales alguna que otra movida ambientalista.
El 2009 lo llevó de nuevo al Congreso, recostado en las franjas medias
semi-progres y  semi-gorilas,
acomplejadas por los malos modales peronistas y siempre reacias a emparentarse
con el macrismo al que llegado el caso terminan votando. Resulta que la
ecuación dice que esas mismas franjas votan a Elisa Carrió, todo un engrendro
cachivachesco como el propio Pino Solanas. Se UNEN y a tirar la cadena, eso es
todo.  Los dos son unos marginales de la
política, unos impugnadores seriales que descubrieron que esa práctica
descomprometida, mezcla de biblia y calefón da resultados en cierto target. No
son agua y aceite,  son lo mismo; aunque
alguna vez Solanas se haya mofado de esa posibilidad diciendo que él se haría
rico poniendo una fábrica de tónicos para la memoria  para lo que se olvidan que con Carrió
mantiene diferencias insalvables. Tendría que tomar el primero que nadie ese
brebaje y recordar las cosas que firma – la carta al presidente de la República
Islámica de Irán del 28 de febrero de 2007 
y su posición sinuosa sobre el atentado a la AMIA,   que aún senil las tendría siempre claras si
fuese coherente. Algo difícil de pedir, coherencia a Solanas. Difícil de
pedírsela a un cachivache político, a un verdadero energúmeno que vive como un
carroñero. Un cuervo viejo que siempre va hacer la personal y como Carrió,
porque hasta en eso son iguales, no tienen ningún escrúpulo al momento de
dinamitar cualquier espacio colectivo, el que sea, con tal de vivir de rentas
electorales. Patético, se presentó como un bicho carroñero en la estación de
Once  el 19 de Octubre esperando ver
cientos de víctimas mortales y fue corrido a escupitajos. De veras, Pino
Solanas es ya a esta altura de la senilidad que porta, un viejo hijo de puta.
Una pedazo de escoria dando vueltas por la mugre donde se confunde.
 
 
Tambien es otro que pidió el voto calificado embolado por la elecciones del FPV en el norte del país en 2011.
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