sábado, 14 de septiembre de 2013

NARCOESCÁNDALO CORDOBES: SILENCIOS, COMPLICIDADES Y AMENAZAS

Durante el sepelio del oficial Juan Alós, el integrante de la Dirección de lucha contra el narcotráfico de la policía de Córdoba que apareció muerto en su auto en cercanía de Alta Gracia, el todavía jefe de la fuerza, Ramón Frías vociferó temerariamente que la injuria se había llevado la vida del oficial. Frías apuntó directamente a Tomás Méndez, el conductor del programa ADN que se emite por Canal 10 los días miércoles. 

 Sobrevendría la “renuncia” del ministro de Seguridad, Alejo Paredes y  de la cúpula policial con el correr de las horas, mientras el narcoescándalo producía un enorme costo político al gobierno de José Manuel de la Sota  con el encarcelamiento de 8 comisarios de la unidad policial abocada a combatir la comercialización de droga en la provincia, con su titular a la cabeza, el comisario Rafael Sosa. Sosa,  antes de asumir como jefe de la referida unidad, venía de protagonizar sucesos poco creíbles como jefe de la división Homicidios, había sido parte de la investigación de 2 crímenes resonantes ocurridos de Córdoba: el no esclarecido asesinato de Nora Dalmasso y el asesinato de Héctor Corradini, un empresario muerto en medio de una trama en la que participaron varios policías. Los 2 crímenes continúan impunes. Con ese legajo-prontuario, llega Rafael Sosa a encabezar un área sensible del Gobierno, apañado por su mentor el ministro Paredes, anterior jefe de policía de Córdoba, un protegido de Carlos “Tucán” Yaniccelli, ex hombre de la D2 en la dictadura y jefe de policía de Oscar Aguad, durante su desempeño como ministro de Ramón Mestre y que tuvo que renunciar al tomar estado público la pertenencia a la maquinaria del terrorismo de estado.
El oficialismo provincial, falto de reflejos, apuntó contra el fiscal federal Senestrari al inicio de la tormenta, acusándolo de montar “una burda operación política” como disparó Busso, el presidente de la bancada. Las prueba reunidas determinaron la prisión de 5 integrantes de la División de lucha contra el narcotráfico y  pedidos de prisión posteriores para 3 comisarios.
La policía es una fuerza  a la que la sociedad le confiere el uso de armas pero cuando pasa a ser una asociación ilícita y se convierte en una banda armada con uniforme la cuestión pasa a ser de alta peligrosidad. Esa es la sensación que se tiene ante la falta de respuestas políticas fuertes por parte del Gobierno.
El temerario discurso de Frías es peligroso, le quiere cargar un muerto al periodista Tomás Méndez que puso en la luz los hechos que venían siendo investigados hace 3 años, y por elevación al fiscal Senestrari al que le sugiere volver a la prehistoria con el nefasto axioma de que los jueces hablan por sus sentencias. Le señala a la banda armada donde está el objetivo. Todo esto contando con el silencio cómplice del dispositivo mediático que protege al delasotismo a cambio de una enorme pauta publicitaria de 200 millones de pesos, sin contar las pautas de Lotería, EPEC y demás entes descentralizados. El gasto en publicidad supera al presupuesto en manejo de fuego, con las consecuencias ya conocidas, y siendo este aplicado por medio de un impuesto, en tanto el de publicidad es solo gasto. Lo grave es que se pretende encubrir una verdadera crisis y confluyen periodistas y empresarios de los medios ligados todos al Grupo Clarín (Canal 12, La Voz del Interior y Radio Mitre) junto a Cadena 3. Varios de los periodistas de esos medios propagan el discurso sobre el aparente suicidio del oficial Alós como consecuencia de haber sido nombrado en la investigación periodística. Aún no se sabe como efectivamente murió Alós, “muerte de etiología dudosa”  y según el fiscal Drazile – el mismo que tiene en el cajón hace 8 meses la acusación contra el ministro de Agricultura Scalerandi por robo de energía eléctrica en su vivienda particular de Anisacate – “evidente suicidio”, un fiscal que va a 2 velocidades también deja que sospechar.
Mala semana para el oficialismo cordobés. Preocupa el comportamiento del  complejo mediático y sus comunicadores, ninguno de ellos ni de ellas solidario con el colega intimidado. El murmullo corre, la ola de rumores hacen espeso un clima difícil, hay silencios que ensordecen, el de los medios tratando de dibujar una realidad virtual.

Al momento de comparaciones odiosas, si este narco escándalo que derivó en una crisis de imprevisibles consecuencias hubiese ocurrido en otro lugar – imaginemos cualquiera ligado al kirchnerismo – Magnetto, sus cómplices,  sus secuaces y sus sicarios donde estarían batiendo el parche?

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