miércoles, 19 de junio de 2013

EL JUEZ QUE NACIÓ DE UN REPOLLO

El era como un prodigio del peronista ortodoxo Raúl Bercovich Rodríguez, “el ruso”, un hombre que quedó fuera de juego cuando la Renovación barrió con los líderes emblemáticos de la derrota del 1983. Juan Carlos Maqueda proviene de esas huestes y trató de ser senador por la minoría del departamento Capital – Ciudad de Córdoba – allá por el año 1985. Entonces una convención elegía a los candidatos del PJ. El ruso había acordado con un empresario fundido llamado César Albrisi, que después sería el candidato de Domingo Cavallo a diputado nacional, ya en 1997. La convención, con mayoría del bercovichismo eligió a Albrisi y Maqueda, un figurón de superestructura contó con el apoyo de los convencionales del delasotismo, entonces minoritario en aquella convención en la que volaron sillas y palos. Albrisi se quedó con la banca de la minoría, eran tiempos en los que el angelocismo mantenía la hegemonía política en Córdoba y Maqueda, con la derrota a cuestas abandonó a su padrino y emigró hacia la incipiente renovación liderada por José Manuel de la Sota. Allí hizo mejor carrera. Fue diputado provincial, se casó con la entonces atornillada a una banca de diputada provincial, Nora López. También fue convencional constituyente para la Reforma Constitucional de la Provincia de Córdoba, diputado nacional y ministro de Educación de Córdoba, ya durante el gobierno de José Manuel de la Sota en el 2000, después de la llegada del PJ al poder provincial habiendo batido a Ramón Mestre, que intentaba la reelección con un programa ultraliberal de hachazo limpio a los presupuestos de educación, Caja de Jubilaciones, sueldos , cierres de escuelas y hospitales y contando en ese entonces con Oscar Aguad como ministro de Gobierno.
Juan Carlos Maqueda se va del gobierno de De la Sota en el 2001, después de un sonoro cachetazo que le propinó la entonces primera dama y a la sazón Secretaria General de la Gobernación, Olga Riutort. Humillado ante el resto de sus pares, Maqueda se va del gobierno y recala en la senaduría nacional. Se hunde la Argentina en el 2001, arde el país y el proyecto neoliberal con Cavallo y De la Rúa hace agua por los cuatro costados. El presidente huye en el helicoptéro y el gobierno pasa al Parlamento, donde los caciques peronistas ungen impensadamente a Adolfo Rodríguez Sá. Eduardo “tachuela” Duhalde muerde el polvo y desata una nueva conspiración para desalojar de Olivos al Adolfo y quedarse con la raída banda. Allí entra en juego De la Sota y en el cambio de figuritas, Maqueda, un pavo real, accede a un sillón en la Corte Suprema. Así son las coordenadas que rigen sobre este hombre que parece venir de un repollo. Un incontaminado fabulador de persecuciones inexistentes que responde a un pretendiente a la presidencia de origen mediterráneo., que se apellida De la Sota.

Sobre esta Justicia, no en abstracto sino la corporizada por el Poder Judicial, una corporación nepotista y funcional a los intereses de los poderes fácticos – aún con los avances de la suplantación de los cavernícolas de la mayoría automática del menemismo y el ingreso de un par de señoras – hay cosas que están demasiado sabidas. 

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