El era como un prodigio del
peronista ortodoxo Raúl Bercovich Rodríguez, “el ruso”, un hombre que quedó
fuera de juego cuando la Renovación barrió con los líderes emblemáticos de la
derrota del 1983. Juan Carlos Maqueda proviene de esas huestes y trató de ser
senador por la minoría del departamento Capital – Ciudad de Córdoba – allá por
el año 1985. Entonces una convención elegía a los candidatos del PJ. El ruso
había acordado con un empresario fundido llamado César Albrisi, que después
sería el candidato de Domingo Cavallo a diputado nacional, ya en 1997. La
convención, con mayoría del bercovichismo eligió a Albrisi y Maqueda, un
figurón de superestructura contó con el apoyo de los convencionales del
delasotismo, entonces minoritario en aquella convención en la que volaron
sillas y palos. Albrisi se quedó con la banca de la minoría, eran tiempos en
los que el angelocismo mantenía la hegemonía política en Córdoba y Maqueda, con
la derrota a cuestas abandonó a su padrino y emigró hacia la incipiente
renovación liderada por José Manuel de la Sota. Allí hizo mejor carrera. Fue
diputado provincial, se casó con la entonces atornillada a una banca de diputada
provincial, Nora López. También fue convencional constituyente para la Reforma
Constitucional de la Provincia de Córdoba, diputado nacional y ministro de
Educación de Córdoba, ya durante el gobierno de José Manuel de la Sota en el
2000, después de la llegada del PJ al poder provincial habiendo batido a Ramón
Mestre, que intentaba la reelección con un programa ultraliberal de hachazo
limpio a los presupuestos de educación, Caja de Jubilaciones, sueldos , cierres
de escuelas y hospitales y contando en ese entonces con Oscar Aguad como
ministro de Gobierno. 
Juan Carlos Maqueda se va del
gobierno de De la Sota en el 2001, después de un sonoro cachetazo que le
propinó la entonces primera dama y a la sazón Secretaria General de la
Gobernación, Olga Riutort. Humillado ante el resto de sus pares, Maqueda se va
del gobierno y recala en la senaduría nacional. Se hunde la Argentina en el
2001, arde el país y el proyecto neoliberal con Cavallo y De la Rúa hace agua
por los cuatro costados. El presidente huye en el helicoptéro y el gobierno pasa
al Parlamento, donde los caciques peronistas ungen impensadamente a Adolfo
Rodríguez Sá. Eduardo “tachuela” Duhalde muerde el polvo y desata una nueva
conspiración para desalojar de Olivos al Adolfo y quedarse con la raída banda.
Allí entra en juego De la Sota y en el cambio de figuritas, Maqueda, un pavo
real, accede a un sillón en la Corte Suprema. Así son las coordenadas que rigen
sobre este hombre que parece venir de un repollo. Un incontaminado fabulador de
persecuciones inexistentes que responde a un pretendiente a la presidencia de
origen mediterráneo., que se apellida De la Sota.
Sobre esta Justicia, no en
abstracto sino la corporizada por el Poder Judicial, una corporación nepotista
y funcional a los intereses de los poderes fácticos – aún con los avances de la
suplantación de los cavernícolas de la mayoría automática del menemismo y el
ingreso de un par de señoras – hay cosas que están demasiado sabidas. 
 
 
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