sábado, 23 de febrero de 2013

FRANCISCO DE NÁRVAEZ , PERFIL DE UN HUECO

Francisco De Nárvaez acredita su peronismo mostrando la biblioteca del General que compró en una subasta pero parece que nunca leyó una obra de las que atesoraba el Viejo y entonces es lo mismo que nada. Lo acerca Menem (cuando no) en su intento por volver a la presidencia después del rotundo fracaso de la Alianza - Radical en el gobierno. Melconian y De Näraez, presentado como empresario, integrarían, entre otros, el gabinete menemista en caso de lograr el triunfo en las elecciones de abril de 2003. Ministros de Economía y Desarrollo Social, respectivamente, improbables funcionarios de una más improbable aún presidencia de Carlos Menem.
A fuerza de billetera De Nárvaez fue haciéndose de un lugar dentro del peronismo bonaerense, caminando por lo marginal y por los restos de las distintas experiencias sucedidas fue armando su propia estructura, vacía de contenidos pero esponsoreada y con cierto sostén mediático.
Su cuarto de hora vino con la 125, el momento de mayor quiebre político que vivió el país en la última década pero también el momento de mayor debate político que se haya instalado en la vida democrática. En las mesas familiares, en los kioscos, en los bares, en las canchas de fútbol en donde se juntaran más de dos personas se daba la discusión política. El acuerdo con el jefe de Gobierno de Buenos Aires, Mauricio Macri y el ex gobernador de Buenos Aires, Felipe Solá fue la plataforma que alumbró a comienzos del 2009 y que posicionó al acuerdo como el núcleo duro para disputar el poder en la provincia de Buenos Aires al kichnerismo que jugaba con su principal líder, Nestor Kichner. De Nárvaez asomó como la esperanza blanca (o colorada) del establishment tratando de repetir la jugada de darle contenido popular a través del peronismo a una propuesta de derecha, contó para ello con el respaldo del dispositivo mediático y de las principales corporaciones. Fue una campaña en la que no dijo nada y si tuvo la habilidad para cabalgar por sobre la expansión del programa televisivo de mayor audiencia del momento. El "alika - alikate" suena todavía como el slogan más vacío del que se tenga registro pero que lo catapultó a la victoria por un punto por sobre el FPV en la provincia de Buenos Aires sobre Kirchner, nada menos. En mentes afiebradas de su entorno ya soñaban con un recurso ante la Corte para permitir la candidatura presidencial de un colombiano. Su cuarto de hora, de ahí en más vino el derrape que la abultada billetera no pudo evitar y tampoco entendió que lo suyo fue tan solo una cuestión instrumental sin ninguna posibilidad cierta de consolidarse como propuesta política de energadura.  Trató de preservar algo del capital acumulado que se le evaporó porque se encontró con la realidad de una construcción hueca, sostenida a billete limpio y ninguna propuesta. La alianza con  Ricardo Alfonsín terminó por llevarse puesto al altanero candidato opositor y quedó para los radicales sedientos de su largo andar por el desierto el consuelo de haber disfrutado los canapés de Las Cañitas, el coqueto bunker coloradista.
Deseperado y al borde de un ataque de nervios, el diputado más vago del Congreso sale a pedir un bis del "Gran Cuñado", va con su larga lengua lamedora hacia Tinelli ofreciendo sus servicios, tratando de reeditar la payasada del 2009; en tanto como un fugaz recurso político de verano, mientras su tropa va armando sus petates hacia el massismo, el colorado sale con una solicitada, tan hueca como él, tan vacua como su vida de countries y viajes, en un vano intento polarizador. No entiende. No alcanza a comprender que la política lo dejó al costado del camino. 

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