
Le gusta que  lo llamen José Manuel, como en los viejos tiempos cuando a los 35 años peleaba la intendencia de Córdoba. Los años pasan y ya sesentón en pleno otoño, el patriarca vuelve como prenda de unidad del peronismo de Córdoba y allá va la compleja estructura pejotista a sostener la única carta que puede garantizarle la continuidad en el gobierno.
Complejo también es el momento, al igual que el radicalismo de Angeloz el peronismo cordobés mantiene esa concepción de isla, cerrado hacia adentro, sosteniendo banderas que van a contrapelo del proyecto nacional pero a la vez tratando de hacer un díficil equilibrio entre las cuentas desfasadas y las aspiraciones truncas de un escenario nacional que le es esquivo.
En plena ebullición la interna pejotista deshoja la margarita para ver cuales son las mejores posibilidades para enfrentar al hijo putativo que desde la vereda de enfrente lo gatilla con fuego cruzado, Luis Juez.
Justo es decir que la construcción kirchnerista fue siempre errática en Córdoba. La apuesta por Juez terminó en fiasco. El "albertismo" fracasó en su intento de coptar al peronismo por afuera.
Ahora la apuesta pasa por tratar e ocupar espacios en la nomenclatura y el desafío del patriarca es lograr una síntesis que pueda amalgamar al cristinismo, al pejotismo y al peronismo federal. Díficil fórmula para retener el gobierno con una propuesta que atrasa relojes e impide renovar al peronismo.
Pero ese es el pacto logrado con su sucesor. Schiaretti proviene de la izquierda de los 70 pero viró violentamente al liberalismo cavallista. Con una provincia en rojo tuvo miles de idas y vueltas con la Nación aunque en la 125 estuvo claramente en la vereda de la mesa de enlace.
La unidad con forceps que ambos proponen amenaza con desmovilizar pero es el arreglo que alcanzaron. Lista de unidad, De la Sota candidato a gobernador y elecciones anticipadas en junio para la provincia. Schiaretti pretende quedarse con el partido para preservar su futuro político. No avizora escenario nacional entonces el reducto de la intendencia de la capital puede ser el refugio. Entre esos planes se interpone la otrora primera dama del tablero, Olga Riutort ex De la Sota que ambiciona lo mismo que Schiaretti, la intendencia. La Olga es un hueso duro de roer, ambos lo saben y la amenaza de la mujer que mide 15 puntos en el electorado de la capital de sumar con Juez si no la dejan ser candidata enrarece el clima y hace cundir el pánico en el oficialismo. Otro devaneo para José Manuel es la forma de lograr que el progresismo kirchenerista lo vote. Son 5 puntos en la capital, en el peor de los casos, y en una elección en la que el pato de la boda parece ser el radicalismo, son definitorios.
Complejo también es el momento, al igual que el radicalismo de Angeloz el peronismo cordobés mantiene esa concepción de isla, cerrado hacia adentro, sosteniendo banderas que van a contrapelo del proyecto nacional pero a la vez tratando de hacer un díficil equilibrio entre las cuentas desfasadas y las aspiraciones truncas de un escenario nacional que le es esquivo.
En plena ebullición la interna pejotista deshoja la margarita para ver cuales son las mejores posibilidades para enfrentar al hijo putativo que desde la vereda de enfrente lo gatilla con fuego cruzado, Luis Juez.
Justo es decir que la construcción kirchnerista fue siempre errática en Córdoba. La apuesta por Juez terminó en fiasco. El "albertismo" fracasó en su intento de coptar al peronismo por afuera.
Ahora la apuesta pasa por tratar e ocupar espacios en la nomenclatura y el desafío del patriarca es lograr una síntesis que pueda amalgamar al cristinismo, al pejotismo y al peronismo federal. Díficil fórmula para retener el gobierno con una propuesta que atrasa relojes e impide renovar al peronismo.
Pero ese es el pacto logrado con su sucesor. Schiaretti proviene de la izquierda de los 70 pero viró violentamente al liberalismo cavallista. Con una provincia en rojo tuvo miles de idas y vueltas con la Nación aunque en la 125 estuvo claramente en la vereda de la mesa de enlace.
La unidad con forceps que ambos proponen amenaza con desmovilizar pero es el arreglo que alcanzaron. Lista de unidad, De la Sota candidato a gobernador y elecciones anticipadas en junio para la provincia. Schiaretti pretende quedarse con el partido para preservar su futuro político. No avizora escenario nacional entonces el reducto de la intendencia de la capital puede ser el refugio. Entre esos planes se interpone la otrora primera dama del tablero, Olga Riutort ex De la Sota que ambiciona lo mismo que Schiaretti, la intendencia. La Olga es un hueso duro de roer, ambos lo saben y la amenaza de la mujer que mide 15 puntos en el electorado de la capital de sumar con Juez si no la dejan ser candidata enrarece el clima y hace cundir el pánico en el oficialismo. Otro devaneo para José Manuel es la forma de lograr que el progresismo kirchenerista lo vote. Son 5 puntos en la capital, en el peor de los casos, y en una elección en la que el pato de la boda parece ser el radicalismo, son definitorios.
 
 
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