
Mi mamá tenía  23 años cuando murió el General, siempre nos recordaba que en la despedida me tenía en brazos y a mi hermana de la mano y que ese día, lluvioso también, estabámos parados sobre Entre Ríos saludando al jefe que se nos iba. El registro de ese momento lo tuve de su relato y de mi hermana que tenía 4 años y que siempre se quedó con algo de esas imágenes. Mi vieja murió re joven, no llegó a cumplir 40 años. Enfermera y peronista. Mi viejo comerciante no peronista. Todos, los 4 hermanos llevamos la semilla de mi vieja. Los 4, en cada punta, con nuestras historias hechas y recorridas, nos volvimos a aquel momento y nos imáginamos a esa piba con sus dos hijos, parada bajo la lluvia, respondiendo al único mandato de sus propias convicciones; y ahí es como renovamos el pacto con nuestra historia. Nos imáginabamos a la vieja con nosotros, persiguiendo la esperanza que Néstor nos devolvió, el peronismo que hizo Patria haciendo una revolución social, de ahí venimos. Y, uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida, como dice la Negra. Como Néstor que volvió a su tierra y a la Plaza donde dejó sembradas banderas que sostendremos más fuerte que nunca. Y adelante, siempre adelante.
 
 
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