Gabriela
Michetti, la candidata multiuso de Macri vuelve a la competencia electoral por
su reducto, la CABA. Como muy bien se
preguntó la interpeladora de la clase media porteña – ese otro yo de los
sectores que un día se levantan pensando una cosa y al rato cualquier colectivo
los deja bien – la siempre inefable, Beatriz Sarlo: alguien sabe de qué trabajó
Michetti? Muy buena pregunta para respuestas
insondables porqué, efectivamente nadie sabe de qué se ocupó en la vida civil
esta buena señora a no ser de “rara avis” por su clásica silla de ruedas,
siempre mostrable, identificable, casi una marca registrada de Michetti; un
sello propio que dio buenos dividendos al PRO y por supuesto a la señora. Lo
cierto es que en un momento, Michetti, contribuyó al ecleticismo macrista y ayudó a
perforar el techo electoral que lo situaba siempre en el núcleo duro de los
sectores más afines a la derecha. Su candidatura a vicejefa de Gobierno ablandó
la percepción colectiva sobre Macri aunque después solo incidió tocando la
campanilla de la Legislatura y en algún que otro nicho sin mayor presupuesto de
la gestión amarilla. Ella es un clásico porteño, genio y figura , figurona más
bien, con aires de persona superadora de la desgracia propia pero incapaz de
comprender los infortunios ajenos, así podríamos situar a la reserva electoral
del PRO por otra parte una acomodaticia plena que hace una década viene pasando
por ventanillas de cobro. Sin perfil ideológico notable, sin mayores luces, a
menudo confunde hechos y cosas y es capaz de argumentar con frases de autoayuda
del tipo de Deepak Chopra, sin embargo le sobra para sentar sus reales por las
bancas portuarias. Algún que otro golpe de efecto, un par de fotos de ocasión
como parte del elenco estable opositor, una simulada puesta en escena y ahora, poniendo en valor su pertenencia al séquito
del ex Arzobispo de Buenos Aires que – para su suerte –es el Papa.
Ante la
ausencia de mejores candidatos el PRO vuelve a requerir de sus servicios, ella –
una especuladora absoluta de sus tiempos deja correr el agua y ve caer como un
castillo de naipes las elucubraciones de su enemigo Rodríguez Larreta para salir presta a facturarle el fracaso de
sus alquimias y erigirse en el principal caballito de batalla del partido
comunal nuevamente.
Es nada. Es
incapaz de ofrecer algo nuevo pero está allí, como una estampita por otros 6
años placenteros.
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