
La Sarlo tiene chapa de intelectual, ese barniz que la derecha le adjudica a sus voceros, pero es una mujer talentosa para escribir; no tiene el talento de María Elena Walsh ni esa sensibilidad de dejar letras para que el mundo las cante por las calles pero tampoco es Susana Viau, una sicaria de izquierda que escribe lisonjas para la derecha. Es capaz de meterse camuflada en un acto K en Ferro y hay que imaginarsela rumiando bronca y envidia en medio de esa liturgia incomparable que pone en escena solo el Peronismo, para sacar conclusiones propias y decir que hay autenticidad en la gente que participa y se emociona en nuestras fiestas. No lo haría Aguinis, que es un panfletario de cuarta y que no puede darle vuelo a su "aurorita" como contracara de Carta Abierta.
La Sarlo siempre deja pistas. Tira centros. Hay algo que la supera, es como que dice lo que no quisiera decir y lo disfraza. Si ella, que está adentro en el otro lado, deja entrever preocupaciones y se desespera porque una manga de nabos no puede darle forma a la alternativa derechosa-conservadora, quiere significar que el sector que la tiene como vocera está preocupado y también piensa que esa manga de nabos no llega a ningún lado. Es casi como de las nuestras, aunque no se de cuenta, claro.
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