
- El diablo metió la cola, monseñor. La carta era para consumo interno de esas monjas boludas.
- Arruinaron todo. Solo la pobre senadora Negre, tan piadosa ella, es la que cree que el diablo anda por las calles de Buenos Aires causando envidia.
- Insisto monseñor, las boludas de las monjas no saben nada, hay que castigarlas por idiotas. La estrategia tan bien pensada fue puesta al descubierto por estas mujeres.
- son mujeres, eminencia. No entienden un pito.
- Lo que han hecho, monseñor. Es terrible. Esos tipos merecen el infierno. En el mundo hay diferencias, no todos somos iguales. Hay réprobos y elegidos. Nosotros somos elegidos para poner orden y moral... que decadencia!!!
- 33 y de mano, encima . Que suertudo el Néstor.
(diálogo imaginario entre un Cardenal Primado y un Obispo auxiliar de La Plata)
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